~Una fiesta de despedida en una casa. Casas, edificios, personas, autos, negocios; los motores en marcha para emprender un viaje hacia Venecia. Casas, edificios, personas, autos, menos negocios, menos edificios, menos autos, solo un auto, sólo el agua, la góndola y un solo hombre sobre ella conduciendo a otro por el canal.
La visión borrosa del pasajero hizo que se enderezara en afán de entender por dónde iba. Bien sentado pero mal orientado, el aturdido viajero comprendió - aunque sin entender muy bien lo que pasaba- lo que Madame Sosostris le había advertido. Se había excedido en aquella fiesta y el sueño del viaje se había convertido en una pesadilla. Una ciudad de goma se inclinaba hacia su cara y amenazaba con tragarlo. Una gran piedra le cayó encima. Pensó que llegaría hasta el lecho. Sintió el peso de una esponja sobre su cuerpo y el mal cálculo le cayó peor. La esponja que sentía sobre su cuerpo mientras la veía caer una y otra vez, con aspecto de roca, le producía ganas de vomitar. Se tomaría un tren. Tal vez esa fuera la solución. La inestabilidad de la embarcación agudizaba su perturbación visual. Quiso hablar. Quiso decirle al de la góndola que lo condujera hacia la salida de aquel canal. Fue arrastrado hacia el final.
Un solo hombre sobre la góndola, sólo el agua, sólo un auto, unos pocos autos, algunos edificios, algunos negocios, personas, edificios, casas. Motores en marcha, negocios, autos, personas, casas. Otra fiesta. Caronte vuelve a viajar…