Querida sombra:

Sí, sombra. Porque eres eso: una sombra de mi pasado.
Te fuiste de mi vida sin darme tiempo para decirte adiós. Me abandonaste y me dejaste solo, añorándote. Tú eres la primera persona en la que pienso al despertar y ya no desapareces de mi mente hasta que caigo rendido por las noches, después de que las lágrimas arrasen mis mejillas durante horas. Cada vez que contemplo el reflejo de la luna en la tranquila superficie de un estanque, o cada vez que la brisa revuelve juguetona mi cabello, pienso en tí. Rememoro cada instante que pasamos juntos, tu risa cristalina taladrando el cielo del atardecer, el brillo de tus ojos cuando yo te hacía sonreír...
Hablar contigo, besarte, abrazarte, son para mí tan necesarios como el respirar. Pero desde que te fuiste boqueo como un pez fuera del agua, sin saber qué hacer. Me siento como un barco que, en medio de la tormenta, no consigue divisar la luz del faro salvador. Estoy perdido, desesperado, ya nada importa. Me hundo.
Espero con impaciencia el momento en que volveremos a reencontrarnos. Tomaré tu mano firmemente, para infundirte confianza. Uniremos nuestros labios. Nuestras almas se convertirán en entes de energía pura, y se fundirán con la sabiduría productora de toda vida. Seremos felices eternamente.
Hasta que ese día llegue aguarda paciente, amor mío. No me olvides, te quiero...

Pedro