(Carta escrita en una noche de tormenta)

La tormenta es grande, el ruido inmenso, el sol no llega.

Hermano, necesito imaginar que no prosigues en el empeño de educarle al viento de tus obsesiones por dónde ha de conducirse, por dónde debe y no debe pasar. Quiero, realmente quiero imaginar que ya traspasaste los misterios y bosques llenos de lobos y fieras despedazando la parte más entrañable y sensible de ti. Los lobos sólo son eso, animales que no razonan, que despedazan cuerpos por pura hambruna. Necesito imaginarte fuerte, grande, luchando, entendiendo, razonando, curándote.

Quiero imaginar que conservas en tu corazón un pedacito de cielo azul, aún no explorado, lleno de esponjosas nubes de afecto, desbordado de brillos de una felicidad que aún no ha asomado a tu vida, pero que asomará, simplemente porque la mereces y todo aquello que se merece, termina llegando.

Necesito imaginarte seguro, con la cabeza al frente, exhibiendo con orgullo y valentía mi creencia en ti. Realmente necesito imaginarte desde esta distancia, maduro, responsable, sociable, socialmente compasivo, leyendo entre líneas, entresacando del entusiasmo de mis palabras tu valía personal, quiero imaginarte sin desvaríos ni ofuscaciones, sin exigentes retos, sin enemigos internos, sin luchas externas, sin excusas, ni silencios oscuros, de esos que nunca dicen nada. No puedes ni imaginar lo inmensamente feliz que me harías sentir, si viera tu vida en calma, troceando tus miedos hasta que se queden en pequeñeces de las cuales reirnos juntos, perdonando a quienes te hirieron tanto, pues he aprendido de las personas que heridos están quienes necesitan herir, sobrepasando tus fantasmas, esos que en realidad, hermano piénsalo, solo pueden alcanzarte con un . . . auuh.

Quiero imaginar que el tiempo y la distancia te dieron el reposo y la consciencia para ponerle nombre sabio a todo lo que sucedió en un tiempo de tu vida. Quiero imaginar que tus errores, limitaciones e inseguridades son pasado, que tu esperanza es futuro y tu entusiasmo por lo que ha de llegar a tu vida es tu presente.

Y todo eso quiero imaginarlo de ti y así lo haré, sin más motivo ni razón, hasta que un día mi sueño tú lo hagas realidad.

Loco me llaman por pensar así ¿tú lo entiendes? me dicen que estoy loco por no desfallecer, por creer en ti.

Pero yo he aprendido a no hacer caso a voces extrañas que irrumpen en mi vida sin que yo les haya dado permiso, me cuentan, me dicen, pero no me abrazan ni se entusiasman conmigo, yo ya lo he decidido, nada que no me pueda abrazar es real ¿conoces mejor manera de distinguir?. Siempre que te miro, aunque te note asustado, sonrío, sonrío mucho y te estrecho en mis brazos y le hago guiños a la vida para demostrarte abiertamente mi loco aprecio por ti. Tal vez no me comprendas, pero es que me rompería por dentro, de veras, me rompería por dentro, me devorarían tus lobos si no me enfrentara a tus miedos para decirles: yo creo en ti. Y si lo pienso con calma hermano, ¡bendita sea mi locura por querer que seas feliz!

Yo sé que un día todo cambiará, dejarás de hacer ensayos sobre tu vida y empezarás realmente a vivirla y tal vez entonces cuando llegue ese momento, me des la razón por haber creido en ti y dejes de verme como un hermano demente que no te conoce.

Quien sabe si locos tan solo son aquellos que se dan por vencidos, aquellos que me creen totalmente equivocado, aquellos que piensan que no puedes ser feliz. Tú, no seas como los demás, tú, hermano, mantente cuerdo, ten confianza, por favor, sé que saldrás adelante, que reiremos juntos - por favor hermano, lo necesito, no me taches de loco, ¡cree en mi!


Ya la tormenta se disipa, ya no hay ruidos, despunta tímidamente un arco iris, ahora lo sé, llegará el sol.