Parecías luna...
...parecías trigo brotado y madurado en un campo inmenso. Parecías sombra en el desierto. Parecías agua.
Y así corrías como el viento, en tu mar profundo, lleno de vida y de sueños, yo te ví corriendo en mi camino...yo te ví creciendo.
Tu cabello largo como el fuego, furioso, enrojecido como el sol, tu piel pálida, enferma, lozana, tus ojos -esos ojos- mirarlos pudo ser mirar hacia el cielo...
...en el cielo...
...fuiste a la tienda y te compraste un par de alas. Volar querías, no atarte a mi lado. Dime qué hago ahora con esta cunita, llena de frío y de recuerdos.
Tal vez pronto llegue el día en que te encuentre. Mientras tanto sé que habitarás en mi mente. Ya el sueño se ha roto, y dices que vendrán otros diferentes...
...me paseo por la vida, recordando, y me sonrío. Catalina no ha vuelto, no la he visto: no ha llamado...¡Cuánta falta le haces a tu hermana! Sofía juega al té y sirve 2 tazas. Y yo, sin darme cuenta, plancho una vez más tu ropa y la guardo en el cajón.
Mi corazón me grita que volverás. Tu padre está irritado, molesto, angustiado. Que sensación más extraña es tocar este vientre y no sentirte viviendo.

Dime, hija: ¿Por qué?, ¡Tenía tanto amor, tanta dulzura, tanta leche para tí!...
...tantos cuentos sobre el sol te conté, que antes de nacer quisiste conocerlo.

Cómo sigo ahora con mi vida. Siento como si me hubieran cortado una mano, la cabeza. Cómo me explico yo ahora que nacerías en febrero y ahora en noviembre has decidido partir...que egoísta has sido, mi amor.

Y ahora, cómo tomo mi vida y sigo.

¡Qué tiene el sol, Catalina, que no tenga yo! Tengo el corazón atravesado, destrozado, y las entrañas molidas de dolor.

Parecías luna...no, eras luna. Serena y bellísima. Parecías botón de rosa a punto de estallar. Parecías agua. Te sentí creciendo en mi vientre, viviendo. Ahora estoy muda y seca.
Y debo dejarte ir...debes descansar.

Pero qué hago yo ahora.

Buenas noches, hija mía.