Hace mucho frío, y todo es muy oscuro acá; me gustaría que estuvieras conmigo. Tengo aún la camisa que me regalaste, y nuestro diario, mi amigo, ese diario, dios, que no hay.
Nuestra historia nunca fue contada; tú nunca lo hubieras querido, pero lo voy hacer; no por odio a ti, no amigo, no es eso; lo hago porque soy humano, y como uno, debe de abrir la boca para decir cosas no pensadas, y mas aún si uno está con la droga en las arterias. Lo haré, no me tengas rencor amigo. Lo haré ahora mismo.
Nacimos el mismo año, pero eso a nosotros no nos importá, verdad que tengo la razón. Lo que importa es lo vivido; como la vez en que el auxiliar nos encontró con lo pantalones en las rodillas. Que alboroto se formó. Y como la vez en que tu viejo nos descubrió fumando en su dormitorio; créeme que me dolió más a mí, aunque a mi no me cayó los casi mil correazos. No amigo, no te enfades conmigo.
Tan corta es nuestra existencia, resumida en solo dos partes, nuestra vida y tu partida. No, no quiero amigo, no quiero recordar tu partida, no quiero, no insistas, no, por favor.
Fue un lunes, a quién le gusta los lunes en este mundo, en que comienza todo en un lunes; pero para mí se acabó todo, absolutamente todo.
No, no sigas. Fue la mejor sonrisa la que me regalaste ese día, desde la ventana de vidrio que te separaba de mí, y mi cuerpo no fue contigo porque me sostuvieron con lo que pudieron. Amigo, cuanto me hubiera gustado irme contigo.
Pero no te preocupes, sí, no te preocupes; lo mismo que nos separó nos unirá. ¿Qué te parece raro? pero es verdad, créeme, a mi piel ya le falta poco para dejar de ser la sombra que fue. Me da verguenza decirte esto, y mas que me veas tan feo, tan flaco, y con los ojos tan hundidos; no como tú que te fuíste; tan bello y fuerte y lleno de vida.
Por eso, amigo, espera, ya falta poco, muy poco en verdad, para que nuestras almas se vuelvan a unir.
Hasta pronto amigo. Llevaré la camisa y el diario, para reírnos allá donde no hay que nos separé otra vez; verdad que es cierto amigo, verdad.