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Nunca olvidaré que cuando niño, a mis ocho años, mi sitio preferido era la casa de mis abuelos, en especial el corral donde solían criar conejos y cuyes, ahí podía dar rienda suelta a mis fantasías, con mis pequeños coches de carrera imaginaba que estaba en un rally, cuando llovía mi imaginación volaba aún más, pues tenía un nuevo ingrediente agua, imagínenme nomás como un terrible pirata o como Simbad el marino.
Una tarde cansado de tanto jugar quedé profundamente dormido, al despertar entre sueños me apoyé sobre la pared de adobe (barro) y de pronto se abrió de par en par y dejó al descubierto un cuarto oscuro, preso de la curiosidad y a pesar del miedo que sentí ingresé y al dar unos cuantos pasos la oscuridad ya no era tanta y me quedé petrificado al echar un vistazo a mi alrededor, era un cuarto enorme lleno de tumbas y sobre cada una de ellas una estatua cada cual más aterradora que la otra, hasta hoy en día recuerdo la de un bebe con una apariencia siniestra, mujeres con una cara de espanto que a pesar de ser piedra reflejaban perfectamente dicha emoción, adentrándome más en aquel lugar descubrí un gran lago, negro y putrefacto como ninguno, con restos humanos, a los lejos podía divisar una gran estatua, era una especie de trono donde se encontraba sentado satanás, quien parecía gobernar aquel lugar, quede estupefacto, solo quería correr a toda prisa y escapar, de pronto una fuerza que no logro entender me paraliza todo el cuerpo, siento gran miedo de voltear, pero una mano me toma del hombro y una terrible voz me dice: Mírame, sin más y obedeciendo la orden, doy vuelta y me topó con la estatua que había cobrado vida, si al ser de piedra era horrible al ser de carne y hueso era más que espantoso, me dijo o más bien me amenazó que aun no era mi hora, pero que tarde o temprano sería de su propiedad, no sólo yo sino mi siguiente generación y formaría parte de tan lúgubre colección de estatuas maldecidas por toda la eternidad, sintiendo morir en aquel mismo instante, de pronto escuchó una voz, que me dice ¡Danny, Danny…despierta!, al abrir mis ojos vi a mis abuelos que me explicaban que me encontraron dormido en el corral y que había tenido una terrible pesadilla, sonreí y me alegre de que así fuera, lamentablemente no sería así.
Esa escena quedaría grabada en mi por siempre y me perturbaba día a día, hasta hoy que tengo 40 años, recuerdan que en aquella ocasión mencioné que me tomó del hombro, pues una horrible herida incicatrizable me haría recordar lo que pasó aquel día y me haría dudar de mi propia cordura. Debo contarles que continué visitando a mis abuelos, pero nunca más -ni de broma- me volví a asomar al corral.
Acabo de recibir una noticia lamentable, los abuelos murieron, después del entierro, la nostalgia me invade, siento la necesidad de ir a aquel lugar donde pase gratos momentos de mi infancia, llegó a la casa y no puedo contener las lágrimas, de pronto siento que debo de enfrentar mis miedos y dirijo mis pasos al corral, si, a aquel temido lugar, con paso lento y tembloroso ya estoy dentro, las jaulas de los conejos y cuyes lucen vacías, miré las paredes de adobe y están en su lugar, tocó por doquier y nada se abre, de pronto albergó la esperanza que todo no fue más que una pesadilla y que por fin enfrenté y vencí mis miedos, más equivocado no podía estar, era recién el comienzo de un tormento eterno, era tiempo de que se cumpliese la profecía de satanás acerca de mí y de toda mi generación.
La primera señal no habría de tardar en manifestarse, siento algo húmedo en el hombro, era sangre que brotaba, negra, maloliente y en abundancia, sentí desvanecerme y caí recostado sobre la pared y la impregné de sangre, las paredes nuevamente cobraron vida y se abrieron de par en par, sabía que no debía entrar, pero una fuerza sobrenatural dominaba mis pasos, una vez dentro volví a ver todo lo que me atormentó durante estos años, sólo que ahora la escena era aún más aterradora y tétrica, esta vez sentí la necesidad de tocar las estatuas, porque de todas ellas, de sus ojos brotaban lágrimas y me miraban con tremenda lástima, al tocarlas comprendí que eran los cuerpos de personas que no estaban en las tumbas sino sobre ellas, pudriéndose eternamente, podía sentir el dolor que les causaba aquel estado, al adentrarme más y más vi algo, eran mis abuelos, convertidos en estatuas y con rostro de profundo terror, de pronto pierdo la conciencia y aquel estado viene a mi mente como es que ese lugar llegó a ser maldito: …”Hace cientos de años en aquel lugar se libró una gran batalla entre el bien y el mal, mis antepasados lucharon con gran valor contra las fuerzas de la oscuridad y vencieron, pero al más demonio más poderoso no pudieron matarlo sino tan sólo encerrarlo y condenarlo a cautiverio, viéndose vencido juró que cobraría venganza sobre toda la generación de mis antepasados de la forma más cruel que todo humano hubiera podido conocer” al despertar comprendí que todas aquellas estatuas no eran más que mis antepasados muertos en vida, víctimas de una dolorosa y eterna putrefacción y encima atormentados a cada segundo por aquel sobreviviente.
Nada puedo hacer, llegó mi turno, no me queda nada más que encomendarme a Dios, al hacerlo una risa perturbadora se burla de mí y me asegura que mi dolor será eterno y el peor de todos, siento su mano en mi hombro y me veo sobre una tumba y no puedo soportar el olor nauseabundo que mana de mi cuerpo, siento a los gusanos carcomiéndome las entrañas, estoy vivo y muerto a la vez, él sigue riendo y me dice que eso no es todo, que dentro de unos años traerá más dolor a mi muerte en vida, tengo un presentimiento pero confió en que Dios sabrá frenar todo esto en memoria de mis antepasados que lucharon en su nombre.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero esta agonía no la soportó más, otra vez me equivoque, era una cadena sin fin, de pronto preso de terror y de impotencia siento abrirse las paredes de aquel lugar maldito, y nooooooooooooooooooooooooooooo oo, no puede ser, nooooooooo son mis hijos y mi tierna esposa, pero eso ya es parte de otra historia.
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