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Cerveza a la cicuta

CERVEZA A LA CICUTA

Voy a matarlo. Ya lo tengo decidido. Je, je... ya lo estoy viendo, adormilado por el veneno colocado astutamente en su cafelito, muriéndose sin saberlo, con esa cara de imbécil a más no poder, con la cabeza apoyada en el teclado de su ordenador... ¡JA!

Había pensado apuñalarlo pero, sinceramente, no me place mucho ver tripas, sangre... Brrr... ya de por sí no me gusta la suciedad... ¡cómo para ir llena de sangre! Luego pensé en estrangularle pero, decididamente, no me apetecía cansarme mucho con eso de apretar y apretar... ¡No, definitivamente es mucho más eficaz el veneno, y mucho menos estresante!

Bien, bien... tengo un plan, tengo el veneno, y la víctima ¡por supuesto! La víctima es el mal nacido de mi jefe, el señor, o don si lo prefieres, Amado.
Amado... derrocha ironía ¿verdad? Aunque ahora que lo pienso, el mío también: me llamo Inocencia, aunque me tendría que llamar Justa, por la buena obra que voy hacer a todos los habitantes de este mundo: matar a don / señor Amado.

¿Qué por qué lo quiero matar? ¿Qué por qué? ¿De verdad quieres saberlo? Muy bien, allá va:

Trabajo desde hace más o menos cinco años en las oficinas Total. No sé en que consiste mi trabajo; llevo cinco años sin saberlo porque lo único que hago en toda una mañana, es echarle una partidita al tetris a Simón, mi compañero, y escribir informes, informes, informes..

Resulta que hace poco tuve un pequeño romance con mi jefe. Amado y yo salíamos en secreto y nos lo pasábamos francamente bien... aunque él insistía en que no se lo dijera a nadie, ¡a nadie!
Todo fue bien, hasta que Simón nos pilló en mitad de un morreo en la oficina y al día siguiente apareció nuestro romance en su blog. ¡MALDITO INTERNET DE LAS NARICES! ¡Y pensar que lo he utilizado millones de veces para enterarme de los cotilleos ajenos! Es que no es lo mismo. No es lo mismo enterarte de una noticia que ser parte de ella; aunque, eso sí, te da un cierto protagonismo... momentáneo.

Bueno, Amado se enfadó, me trasladó y me bajó el sueldo. ¡La eterna tiranía del empresario capitalista! Cortamos, pero no es esa la razón por la que me lo quiero cargar ¡Vaya! ¡Si me fuera cargando a todo aquel con quien salgo, sería una viuda negra!
La razón es que... para empezar te vas dando cuenta de que un jefe y un novio vienen a ser lo mismo: los ves cada día, les llevas el café (o una cervecita), les haces la pelota... ¡Si es que los novios de hoy en día no saben diferenciar una sirvienta de una novia! ¡Y luego nos llaman feministas! “Cariño, tráeme una cervezaaa” ¿Es que no puedes levantar tu enorme trasero de ciento quince kilos y dirigirte noventa grados a la derecha, dar tres pasos y abrir la puerta de la neveraaaa?
Y en cuanto abres los ojos y descubres que entre novio y jefe no hay mucha diferencia entiendes el porqué la gente no recomienda mezclar trabajo con relación amorosa. Quien lo dijo fue un auténtico Mesías…

En todo caso, la razón principal del asesinato que voy a cometer esta noche es, sin duda, porque no le aguanto ¿Qué no es una razón? Verle cada día, minuto, segundo, con su maldito traje impecable, su asquerosa voz, cargada de pestilente olor a tabaco (y cerveza), una voz aburrida, unos modales horribles, un repugnante ser que te trata como a una esclava... que piensa que vives en la oficina.... y lo peor de todo es ¡que has salido con esa bestia! Sí, más que nada te duele el orgullo, y los ojos, por culpa del ordenador prehistórico que tienes que utilizar cada día, cinco, seis, siete horas...

¡Pero eso se acabó porque esta noche me lo cargo! Hoy he decidido hacer horas extras. Lo bueno de trabajar de noche es que voy a estar a solas con el jefe... aunque si no me lo fuera a cargar, que quieres que te diga, el turno nocturno sería horrible.

Bueno, ya entro en la oficina. Llevo celosamente guardado el bote de cicuta en el bolso, la belladona en el bolsillo de la chaqueta y el cianuro escondido en el bolsillo del pantalón. Deben ser los nervios, la excitación... Por si acaso no muere con la cicuta probaré con la belladona, o con el cianuro... ¡Llevo tanto veneno que podría matar a un caballo!, pero mi jefe es una ballena, ¡que le vamos a hacer...!

-Hola don Amado –saludo al entrar con una radiante e impecable sonrisa.
Amado me dirige un gruñido.
-Llegas tres minutos tarde, Inocencia.
Ahora soy yo quien le dirige un gruñido a Amado; ¡a ver si lo mato ya...!
-¿Quieres un café, Amado?
-No.
¡Maldición!
-¿Y una cervecita?
-No.
¡Maldita sea tu estampa!
-¿Y un tequilita?
-Joder, Inocencia, que no estoy yo para líquidos...
¡Ya está con la próstata! Esto es un cachondeo ¿Cómo lo mato? ¡Ya está! Le haré hablar tanto que se quedará sin saliva y me pedirá un vasito de agua. Necesito un recipiente con líquido para introducir el veneno ¡No se lo voy a dar a palo seco, que Amado es tonto pero no está ciego!

-Ehh... ¿Eres del Madrid, Amado? –pregunto con mucha picardía.
Los tíos, si te empiezan a hablar de fútbol, no pueden parar.
-No, soy de Tarazona.
-Equipos de fútbol, Amado. Hablo de fútbol...
-¿Fútbol? ¿Fútbol? ¿¡Por quien me has tomado!? ¡El fútbol es un deporte de paletos! Dime: ¿le ves lógica al fútbol? ¡Veintidós tíos en calzoncillos dale que te dale a una pelotita durante noventa minutos! ¿Por qué no sacan más balones? ¡Yo sufro al verlos tan sudaos, congestionaos y persiguiendo un baloncito como si fuera la única cosa importante de su vida! ¿Y le encuentras lógica, Inocencia? ¿La encuentras?
-Valeeee.... –me defiendo mientras Amado me dirige una mirada poderosa.
-¿Te gusta el baloncesto, Inocencia?
-Pues.... sí... sobre todo ese jugador negro... eeh... Michael Jor... Jord...¿Jackson?... Sí, me gusta el baloncesto...
-¡Pues a mí no! ¡Es igual que el fútbol! ¡La única diferencia es que no hay portero!
-¿Te gusta ALGO, Amado?
-El boxeo. Cada puñetazo puede costarte la derrota o la victoria ¡Gancho de derecha! ¡Arrr! –Amado empieza a imitar a un boxeador de una forma patética, me da vergüenza ajena- ¡Gancho de izquierda! ¡Arrr! ¡Cuidado! ¡Por detrás! ¿¡¡No has visto el puño!!? ¡¡Al suelo!! ¡Una, dos y... tres! ¡Ganador, Amaneitor, la máquina del ring...!
-Oh, sí... –intento evadirme- ¡Que deporte tan encantador!
-¿Qué sabrás tú, mujer? –dice Amado con desdén.

Sólo ha tardado cinco minutos en soltar un comentario machista. ¡Va mejorando! Me dan ganas de probar su “gancho” de derecha pero parece que mi treta ha dado resultado. A causa de sus vergonzantes imitaciones de boxeo para ballenas, mi jefe, que no es especialmente delgado, está sudando la gota gorda. Pobre Amaneitor, si visto así, incluso dan ganas de... no matarle.

-Venga Inocencia. Tráeme una cervecita ¿quieres?
¡Sí, sí, sí! ¡Por fin!

Salgo especialmente eufórica del despacho para traer su “cervecita”. Voy hasta la nevera que tenemos en la sala de juntas y cojo una. Echo la cerveza del botellín, cuidadosamente, en un vaso. Cuando el vaso está lleno, saco la cicuta ¿Cuánta echo? ¿Cuántas cucharadas? Quien me la consiguió no me especificó la cantidad, se dedicó a entregarme cicuta en polvo y ya está.... Bueno, echo seis cucharadas; creo que con eso bastará... ¿Y si es muy poco? Bueno, voy a echar algo de belladona... y cianuro para compensar....

Miro preocupada lo que antes era una cerveza: ahora es una masa disforme de dudoso color. Bueno... ¿colará? Sólo hay una forma de averiguarlo. Cojo la cerveza-venenosa y se la llevo. Llego a la oficina y...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!


¡Un muerto!
¡Amado ya está muerto! Tiene un puñal clavado en la espalda y hay una sombra tras él ¡No me lo puedo creer! ¡Semanas preparando el asesinato de mi víctima y van y me la matan! ¡¡Estoy muy enfadada!! ¡¡Lo mataba yo, yo, YO!!

-¡¡Lo has matado!! –grito con rabia.

El asesino, no identificado, ríe mordazmente. Vale, sé que lo que he dicho no es especialmente inteligente, pero ¿qué quieres?
-Nooo, no está muerto.... –dice el asesino con sarcasmo- ....Sólo tiene un puñal clavado en la espalda...
-¡Oye, encima no te me pongas graciosito maldito homicida! –digo indignada mientras me acerco a él.

¡Esto es un cachondeo! ¡Un asesino tiene que ser cruel e implacable (como yo), no un humorista sacado del Club de la Comedia! Cuando estoy lo suficientemente cerca para identificarle, descubro que es....
-¡Simón! ¡No me lo puedo creer! –exclamo estupefacta.
¡Mi compañero de trabajo, el mismo que me gana todas las partidas del tetris, se me ha adelantado!
-El asesino es siempre el que menos te esperas ¿eh?
-Pero... ¿Qué te ha hecho Amado para que lo hayas matado?
-¡Es que no le aguantabaaa! –me confiesa mientras se sienta- Verle cada día con su maldito “traje de Alejandro”, pidiendo su puñetero “cafelito” de los co..., rebajándote el sueldo cada dos por tres por estupideces tales como: “el café esta frío”, “la cerveza está amarga”, “los cigarrillos no son Marlboro”... que los puros no son cubanos, que mi cara es más fea que de costumbre...

-Hombre Simón, no eres especialmente guapo, pero Amado se pasó un poco... –le consuelo mientras miro su nariz ganchuda, los granos de su rostro lampiño y sus ojos saltones- ... La única vez que te vi feo de verdad fue el día que viniste con aquellas orejeras rojas...
-¡Yo nunca he venido con orejeras! –me dice él enfadado.
Acabo de insinuar que sus orejas son semejantes al culo de un mono ¡tengo tanto tacto!
Simón saca otro puñal y me señala con él ¡Éste ha venido con dos puñales, como yo con la cicuta!
-No puedo tener testigos, Inocencia –se excusa él-. Tengo que matarte.
-Hombre... ¡la rivalidad entre compañeros de trabajo es buena pero sin llegar a ese extremo!
-No te dolerá –me anima él.
-¡Ohh, seguro! Sólo hay que mirar el cadáver de Amado para darse cuenta del poco daño que eso supone, ¡un puñal en tu espalda!

Simón se dirige a mí con el puñal.
¡¡Socorro!!
Pero se para.

-¿Qué llevas ahí? –dice señalándome la cerveza envenenada.
-Es... –se me ocurre una idea-... cerveza, una cerveza nueva y sabrosa ¿Quieres?
Simón se relame y coge el vaso.
-Sí, tiene un color extraño –apunta al ver el líquido, o casi masa, que hay en el vaso.
-Bebe, bebe, que está buenísima.
Simón la coge y se la bebe de un trago. Durante unos segundos se queda atontado, pero de repente comienza a sentirse mal.
-¡¡Me has envenenado, bruja!! –me acusa.

Yo le contemplo satisfecha, con una sonrisa malvada ¡Mi venganza ha sido cumplida! Pero, la sonrisa se me borra al notar una mano fría en mi hombro. Me giro y veo como Amado me mira medio moribundo y aún con el puñal en la espalda. Grito, y él dice:
-¡Estáis los dos despedidos!
Datos del Cuento
  • Autor: Irene Swan
  • Código: 16965
  • Fecha: 02-07-2006
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 5.43
  • Votos: 196
  • Envios: 6
  • Lecturas: 5885
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Manuel Vargas Castillo
invitado-Manuel Vargas Castillo 23-08-2007 00:00:00

ME GUSTA EL TEMA DE HUMOR NEGRO, SÓLO TEN CUIDADO CON LOS TIEMPOR,PUES LAS EXPRESIONES SE CONFUNDEN ENTRE INOCENCIA Y AMADO. BUEN DESENLACE. SALUDOS MANUEL VARGAS

Maty
invitado-Maty 19-12-2006 00:00:00

Me ha gustado, ya que tiene humor y a la vez es algo que a más de uno nos hubiese gustado hacer alguna vez.

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