Parte de su nombre al nacer fue “cielo”, en realidad quisieron ponerle el nombre de un asteroide, al no poder le pusieron un nombre en el que el mar y el cielo se unieran.
Quizás alguien predijo que iba a ser una soñadora más.
Cielo soñaba tanto, que a veces no existía, se desvanecía en los sueños. Tirada sobre el viejo banco de hormigón de espaldas al suelo, podía mira horas el paso de las nubes, que para ella eran cualquier cosa menos nubes. A veces se le figuraba pájaros, corderos,leones, rostros, ect.
En las noches límpidas, Cielo, se sentía mas cielo aun, pues sus ojos se poblaban de estrellas, que tan presto estaban allá en lo alto, como entre el césped del parque, las del césped, claro eran luciérnagas, pero daba igual, para ella todo se confundía en puntitos de luz.
Además allí en las montañas el cielo esta más cerca de uno, tanto, que parece que las estrellas se te caen encima.
Cielo tampoco olvidaba que una parte de su nombre era “Mar”, por eso siempre había soñado con el, decían que era inmenso y tan azul como el firmamento, que también tenia estrellas, solo que no tan luminosas y que en lugar de nubes tenia ondulaciones que terminaban en espuma.
Una noche que miraba las estrellas, vio caer una, o quizás fue algún cometa, el caso es que le pidió tres deseos, que en realidad eran uno solo, conocer la otra parte su nombre…
Así se durmió y soñó tanto, tanto!. Que cuando despertó sintió cosquillas en los pies y que se hundía en algo blando y tibio, sus manos tocaron una fina arena . Al incorporarse lo vio…
Su primera sensación fue miedo, miedo de caer de pronto abruptamente dentro de esa inmensidad, luego aprendería que las playas descienden gradualmente, su segunda sensación fue …una ensoñación tan grande que supo que jamás podría ya, vivir en otro sitio.
Estuvo todo el día contemplándolo, viéndolo subir y bajar, tratando de oír cantar a las sirenas, oyendo su murmullo dentro de las caracolas. Sintiendo su aroma a sal y algas marinas. Y se durmió soñando que viajaba a las estrellas y que su corazón rebosante de felicidad explotaba en el centro de un pulsar y se trasformaba en polvo cósmico, que se esparcía por todo el universo incluso en ese mar y ese cielo que tanto amaba.