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Cinco semanas en globo

El día 14 de Enero del año 1862, la Real Sociedad Geográfica de Londres celebró en su local una importante reunión.

Su presidente dio la noticia de que el doctor Samuel Ferguson intentaba cruzar África en globo para poder ampliar de este modo las nociones que en aquel momento se tenían de la geografía africana.

La arriesgada aventura que trataba de realizar el valiente doctor desencadenó una ola de asombro. En todo Londres no se hablaba de otra cosa. Se hacían apuestas sobre el éxito o el fracaso de la expedición.

Pero, ¿quién era el doctor Ferfuson? Era un intrépido joven de veintidós años que, pese a su juventud, había ya dado la vuelta al mundo como miembro del ejército bengalí. Su padre, un capitán de marina, le había inculcado, desde su más trepana niñez, serios conocimientos sobre física y mecánica. Ahora, dominado por el ansia de los descubrimientos geográficos, se había construido un globo con el que pensaba recorrer el misterioso continente africano.

El doctor Ferguson contaba con un amigo, aunque de ideas totalmente opuestas a las suyas.

 

Su nombre era Richard Kennedy. Se conocieron en la India, y ahora, tras muchas vacilaciones, obtuvo de él que lo acompañase en la aventura.

Juntos trazaron el futuro recorrido sobre un mapa y meditaron las ventajas e inconvenientes de aquel viaje.

El doctor Ferguson consideraba que si no iban en globo tropezarían con numerosos obstáculos: el calor, los ríos, los climas poco saludables, las fieras, etcétera.

-Pero en globo existe un problema -objetó Richard Kennedy no muy convencido-, y no sé cómo puede resolverse. Si exploras el territorio ascendiendo y descendiendo a voluntad, perderás gas. Hasta hoy no se conoce otro procedimiento. Esto es, sin duda, lo que impide realizar largos trayectos.

-Yo he inventado un medio -contestó Ferguson-. Mi método consiste en dilatar o contraer el gas encerrado en el aerostato, variando la temperatura con precisión.

Pronto los preparativos tocaron a su fin y el globo fue embarcado en el barco Resolute junto con el doctor Ferguson, Richard y José, el criado del primero.

Rápidamente el Resolute navegó hacia el cabo de Buena Esperanza y con viento favorable avistó poco tiempo después la isla de Zanzíbar, separada tan sólo por un canal, de la costa Africana. ¡Empezaba la aventura!

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