Günter respiró hondo y se dejó atrapar por el cómodo sillón de primera clase del avión en abrazo ensoñador. Pronto, la fantasía se apoderó de su conciencia y juró experimentar caos multitudinario. Creyó despertar dentro de su sueño y vio a damas y señoritos de alcurnia corriendo sin norte, aullando de terror dentro del dirigible repleto de helio que se incendiaba. Asumiendo sueño, quiso despertar, pero tuvo la conciencia necesaria para darse cuenta que el otro era el sueño futurista, que aviones tan modernos no habían sido creados aún y que el dirigible tenía los segundos contados en esta dimensión.