Valgame tanta retorica de corazones compungidos, de almas en pena buscando refugios-que inmersos en la desesperacion-, solo se complacen con no destrozar aquello que les queda de razon. Piensan que viviran una eternidad bajo esas condiciones-y se apresuran a huir-, no quieren ser solo recuerdos de pasados tormentosos, aunque si lo hayan sido. Y es cuando, cruento en sales de los mares mas bravios, la quietud de las insospechadas turbulencias, hacen de lo apacible que se percibe la vida un remolino en suculento viento.
Pero hemos de confesar apegados a la realidad, que no debemos en la oscuridad de un vaso transparente, confiar las fuerzas del cambio rotundo, que como manador de ideas fructiferas animadas, lentamente se va haciendo menos. Y de repente -como si la magnanimidad no fuera suficiente ego-, se va escurriendo como cera al fuego, una sombra despechada que va gritando la maldicion de los cuatro vientos, cuando ha sido descubierta por completa solo le queda decir con acento fatal que su nombre es: Vanidad.
El Dragon que duerme en la espalda aun humeda de lo que un dia fue la paz y la gloria del ser humano, se esmera en no sucumbir ante los arrebatos desmedidos que un puñado de mal intencionados hacen sobre sus hace siglos alas rotas. Decir que ha intentado volar para no ser herido de muerte, resulta en extremo algo no creible, él bien sabe que el mas minimo esfuerzo de intentarlo acabaria de una buena vez con su fragil y angustiada vida -que diera su agonia en celo si el menor indicio de humildad asomara por su ventana-; mas no le queda otra alternativa en sus costillas malogradas, que esperar con la cabeza agachada la hora de la despedida.
Y sucedio, vaya, no es una sorpresa.
Entonces se vio como por todos los rincones fueron apareciendo por el camino cientos, miles de profetas. Que traian bajo el brazo la solucion magica que, convertiria a los compungidos humanos, en las aves mas garbosas del paraiso -claro todo eso en su realidad basada en infinito-, predicar se volvio algo asi como el pan de cada dia. Y en honor a la verdad hubo algunos, no muchos, que vomitaron aquellas palabras que les hicieron sentirse ajenos, no solo a la vida, sino al mismo mundo; y que se les vino a la memoria el relato del Diluvio. Pero ellos no pudieron emular las hazañas de los grandes hombres que nos dieron dignidad y orgullo.
Fue entonces que sacudio el gran Trueno al Universo entero, y con la fuerza que le da un solo brazo, puso en claro lo que ya veniamos esperando -que no hay nadie tan inferior en este plagio de seres sintiendose Dioses, como los mismos hombres-, les llego el miedo hasta el mismo intestino grueso, se quedaron parados, perplejos; ahora son historia de un Mundo que un dia fue el Paraiso mas bello.