Todos lo dias mientras regreso de la escuela, mi vista se posa en el aparador de la tienda de antigüedades, en una de las esquinas cuelga un hermoso Títere de madera. Tiene la cara triste y una mírada penetrante. Sus ojos irrádian cierto misterio. Esta vestido con un pequeño traje gris a rayas y unos pequeños zapatos negros, bastante desgastados.
Don Ernesto, quien es el dueño de la tienda de antigüedades, me ha dicho que a cambio de que me regale el Títere, tendré prímero que realizar durante un mes el aseo diario de la tienda. Yo he aceptado.
Esa tarde, al salir del Colegio me dirijí lo más rápido que pude a la tienda del Sr. Ernesto, al llegar miré de reojo el apararador donde se hallaba aquel viejo Títere de madera y para mi sorpresa, me parecío que me lanzaba un guiño de ojo. Me detuve inmediatamente y volví la cabeza con gran prisa. Nada, tal vez fué mi imaginación o algún rayo de luz que cayó sobre aquella mírada penetrante del Títere, lo que hizo que pensará que aquel pedazo de madera me había guiñado un ojo.
Don Ernesto tuvo que salir esa tarde a visitar a Doña María, quien era una viejita con bastante dínero y a quien, Don Ernesto vendía la mayoría de las antigüedades que le llegaban de los pueblos cercanos. En la tienda solo estabamos: Marcial, quien era el sobrino de Don Ernesto y yo. Marcial era algo extraño, siempre con ese dejo de ausencia y de malestar. Casí no hablaba, era totalmante retraído. Yo en cambio me gustaba charlar animádamente, por lo cual, mientras realizaba el aseo de la tienda; conversaba de lo que fuera con Marcial, quien unicamente me respondia con un ajá, un sí o una pequeña mueca.
Estaba yo realizando la limpieza de la trastienda, cuando la campanilla de la entrada anuncio la llegada de un cliente, oí como Marcial saludaba al recien llegado, y este, con una voz bastante glutural preguntó el precio del Títere de madera. Al oir esto salí apresuradamente de la trastienda, pero al ver aquel tipo de aspecto funebre y mírada vacía hizo que mi cuerpo se detuviera de repente. Marcial se hallaba descolgando el viejo Títere de madera, mientras la mírada del recien llegado lo seguía a cada movimiento que aquel daba. Los delgados labios rojos de aquel tipo, dibujaron una leve sonrisa al ver al Títere ya fuera de aquel aparador.
De pronto mis ojos se posarón en la expresión que tenía la cara del títere, los ojos parecian tener una chispa de vida, el recién llegado comenzó a reir estrepitosamente, mientras aquel Títere de madera se había arrojado sobre el cuello de Marcial, buscando afanosamente estrangularlo. Marcial no pudo defenderse, el terror se apoderó de él, trastabillo con unas tablas que se hayaban en el piso y al caer, golpeó su cabeza con una vieja maquina de escribir. El Títere se movía bastante rápido, mientras las risas del recien llegado inundaban el lugar. Yo estaba ahí, parado, muerto de terror. Mis ojos se movian del recien llegado al Títere, y del Títere al recién llegado. De pronto el Títere se abalanzó sobre el recien llegado, en una de sus manos de madera llevaba el cutter con que se cortaba el papel para envolver las viejas fotos. El recién llegado vocifero algunas cuantas frases en un idioma muy raro. El Títere vaciló, giro su cabeza lentamente y poso su mírada en mí. Un espasmo recorrió mi espina dorsal, ahora sí sentía lo que era el miedo. El Títere me miró por espacio de unos segundos, me guiño un ojo y se arrojo sobre el recien llegado. De un certero navajazo corto justo debajo de la garganta de aquel. Este trato de defendense. Extrajo de entre sus ropas una espécie de atado de hojas, trato de leer alguna de ellas. Fue demasiado tarde. El Títere en varios movimientos muy rápidos enterro en varias ocasiones la navaja. El tipo aquel cayo estrepitosamente. Aún recuerdo su mírada, sus ojos se posaron en mí, y sus delgados labios rojos se sonrieron.
Ahora, sesenta años despues me encuentro afuera de una tienda de antigüedades, aquel Títere de madera se encuentra colgado en una de las esquinas del aparador, un niño a llegado corriendo. Se ha detenido un instante y a volteado a ver al Títere. Ha entrado a la tienda.
Ahora entro yo. Solicito al dependiente me entregue aquel viejo Títere de madera, el niño se acerca a unos pasos de mí. Me mira. Comienzo a reir. Todo pasa tan rápido. Estoy tírado en el suelo, mi garganta sangra. Mis ojos se posan en los del niño. Ahora a él le tocara sufrir. Veo como el Títere camina hacía aquel niño. El niño lo carga, me mira. Sus pequeños labios rojos se sonrien. Todo está oscuro.
la verdad es que me ha parcecido muy bien narrado y muy detallista. me ha gustado mucho, es uno, de los cuales por el momento me ha parecido interesante. pero más bien por como esta narrado que por la historia en si.