CAPITULO 10
Habiendo heredado, seguramente, de los españoles una forma de vida clasista, es curioso comprobar que gentes que apenas tienen lo suficiente para comer, sostienen estos regímenes de muerte y de mierda, sólo con la estúpida idea de sentirse o de creer pertenecer a una clase social de prestigio. Muchos creen que la decencia la otorga gratuitamente el dinero. ¡Por Dios que ceguera más enfermante!
Habíamos dejado atrás, el barrio de Villeneuve y nos habíamos instalado en Saint Pascal de Maizeret, en el segundo piso de una casa privada, acercándonos un poco hacia el centro de la ciudad.
Por esos días llegaría la noticia de la muerte de mi padre. No pude ir a despedirlo, no tenía un quinto. La pena es azul, en la obra Sagitario, la dedicaría como homenaje póstumo al que término siendo mi mejor amigo. Lloré silenciosamente -¿Qué otra cosa podía hacer en las circunstancias?- refugiado en el silencio de la noche y en el sueño angelical de mis seres queridos.
Rodrigo vino al mundo en momentos en que, desesperadamente, pretendíamos instalar en sociedad con Carlos , mi hermano, una especie de fuente de soda. La idea de vender comidas con sabores a la chilena, nos pareció una idea brillante y un buen comienzo a la independencia económica. Sin embargo, no bastó la voluntad y dos meses más tarde soportaríamos la primera quiebra comercial, visto la incapacidad financiera para hacer frente a las deudas contraídas. Recuerdo que un muchacho americano, se volvió loco con las empanadas. Mi negra haría frente una vez más a una intervención cesárea, esta vez lejos de todos y en medio de un ambiente completamente ajeno, frío y casi desnaturalizado. Por ahí llegaron algunos regalitos, pequeños testimonios de amistad y cariño y otros que obedecieron al infaltable compromiso.
Ya joven adolescente, Rodrigo se definió así:
Existe en mí, un ser y un alma que yo creo, llega a provocar un cierto placer al momento de entrar en contacto con los demás. Bien entendido, yo estoy lejos de ser perfecto, tengo, como todos los seres humanos que están a la bœsqueda de la pureza, todavía un gran camino que recorrer. Me encamino con ayuda de la religión católica hacia mi objetivo. Ustedes pueden constatarlo, así lo espero, sin embargo, no soy de los practicantes ya que encuentro de una ridiculez increíble, el papa, los curas y la institución como tal. No crean que soy anticristo, al contrario, es en él, que yo creo verdaderamente. (me sobrecogió constatar la misma ciega devoción de mi padre)
Llevo un tipo de vida bien ordinaria, nada que pueda detener el planeta. Con respecto de este famoso planeta, yo estoy inmensamente triste de la manera como los hombres lo han maltratado y siento pena de no poder hacer gran cosa por detener o cambiar este lamentable empuje de autodestrucción. Mi cotidiano, lo ocupo en placeres y reflexiones Mi deporte favorito es el fútbol que practico, tanto en verano que en invierno, desde hace ya diez años y que se ha convertido para mí en un modo de vida. Me gusta muchísimo. En verano formo parte del Seleccionado de Québec, Dynamo y en invierno defiendo los colores de mi Colegio L’ESLE, en que ocupo con orgullo, desde el segundo año, el puesto de capitán. En lo que se refiere a mis reflexiones personales, les confieso que me gusta muchísimo la poesía. Dios mío que este arte es divino, sobre todo acompañado de dulces melodías como por ejemplo Borodin, Drigo, Chopin et J. Ivanovici, algunos de mis compositores preferidos.
Para terminar, si alguien busca tranquilidad, sinceridad y que ama la poesía, la música y la vida vista con alma poética, será bienvenida a instalarse en uno de los versos de mi vida.
Mi hija Alejandra
Desprovista de todo interés por lo material, mi niña ha manifestado un dulzor mieloso en su caminar por la vida. Enamorada de la naturaleza, su trinar es suave y melodioso. Adora el arte. Un día nos sorprendió protagonizando, en el teatro de su Escuela, "Clitandres" de la obra de Molière "Les femmes savantes" en añejo arcaico y romántico francés. Ama viajar, descubrir y estudiar la sencillez humana. Ha escrito ensayos que han dejado bobos a sus padres. Chelita es el lucero que enternece nuestro presente. Es la mamá dulce y ausente de otros días. Viene a poner orden en nuestras vidas y alimentar nuestras esperanzas. Adora a su mamita. Es eso no es diferente de todos nosotros. Comprende mucho más allá de la noche.
Mis compadres
Del bautizo de Rodrigo, vendría a aparecer, con todo su esplendor, la presencia de mi comadre. Todos creían que me había enamorado de nuevo, hasta yo mismo, por momentos, lo dudé No podían concebir que un hombre debe ser siempre galante, sobre todo con las damas -sóplame este ojo, dirían todos- Con la coquetería de la mujer latina, la comadre dejaría la escoba en varios corazones. Dejándose querer por todos los que la conocieron, creo, sin embargo, que no hay reproches para ella. El apego, probablemente, se debió al hecho de convivir casi estrechamente las primeras experiencias de inmigrantes, de compartir las primeras angustias de una lengua y de un pueblo desconocido y sobre todo la búsqueda del refugio mezclado a los celos que provocaba el hecho de que otros se apoderaran de su amistad y nos empezáramos a quedar solos. Esa coquetería bién correspondía a su juventud y cuadraba bién con su personalidad. Mi compadre, un cabro bonachón y muy buen muchacho, parecía festejar el atractivo que su mujer despertaba . Creo que hacía bien.
Los suspiros son aire, y van al aire.
Las lágrimas son agua, y van al mar
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
Gustavo Adolfo Bécquer
CAPITULO 11
¿Quién inventó trabajar?
Los trabajos se diversificaron y durante algunos meses tuve oportunidad de trabajar para el Ministerio de Educación. Ahí me familiarice un poco con la computación. Trabajé en turnos diferentes, mañana, tarde y noche.
Siguió la Comisión de Escuelas Católicas, esta vez trabajé para el Centro de Audio-visual. Un día antes de completar mi período de trabajo que me daba derecho a convertirme en empleado de planta, sin aviso, sin miramientos y sin delicadeza, me despidieron. Mi única reacción, ¡Plop!
Mi madre y mi hermana Victoria harían su aparición por estas tierras, movidas por la soledad que les provocó la partida de mi padre. Ví el sufrimiento y el dolor retratados en el rostro de mamá, llegaba delgada, más pequeñita que de costumbre y una tristeza de mil noches. Se repondría bastante rápido y se convertiría en la princesa del aire. Los vuelos pasaron a formar parte de su vida, ya que volvía regularmente a Chile, sobre todo cuando por estos lados ya empezaba a sentirse la proximidad del invierno que traía consigo, nieve, frío y soledad.
Dinamic Industries
Volví a los estudios y me inscribí en un programa para modernizar mis matemáticas, profundizar mi francés y mejorar el inglés y asi obtener la equivalencia escolar canadiense. Seis meses más tarde, y una vez reconocida dicha escolaridad, encontré mi "primer trabajo", esta vez más de acuerdo a mi experiencia. Sufrí, en carne propia, los primeros síntomas de racismo, "nacionalismo", como le llaman los quebequenses. El salario ofrecido inicialmente alcanzaba los 200 dólares por semana -es lo que afichaban en el centro de empleo- una vez aceptado el trabajo y visto que el postulante era de orígen hispano, por añadidura, ese salario se convirtió en sólo 160 dólares. Este simple hecho no me iba a detener, y acepté, tenía confianza en mis medios. La naturaleza del trabajo no era lo más impresionante, de todas maneras, me permitía entreabrir las puertas. Debía verificar la cantidad, la calidad y la naturaleza de cada una de las piezas que componían enormes paquetes de fierro galvanizado y que son utilizados en la construcción de torres de transmisión de energía eléctrica, que allí fabricaban. Al cabo de dos meses de trabajo, luego de una agradable sorpresa, fui ascendido y ocupé el cargo de responsable de la expedición. El salario no cambiaría.
Tuve mi propia oficina y pude reacariciar los ajetreos administrativos que fueron mi pasión en Chile. El trabajo era enorme ya que había que despachar a lo menos seis camiones por día, cada uno cargado con alrederdor de 35 mil toneladas métricas de fierro (70.000 libras), además había conservado, de mi antiguo trabajo, el que tenía relación con el control de la calidad.
Las nuevas tareas me darían la ocasión de mostrarme un poco al resto de los que componían las instancias administrativas de la industria y mi idea de comezar a hacer valorar mis conocimientos, que naturalmente habían sido puestos en duda, me alegró un poco el alma. Mis ojos se volvieron a la sección contabilidad. Es así que la facturación se hacía a partir de mis guías de expedición.
No supe como me encontré trabajando como contador. La bienvenida me fue ofrecida por el propio dueño de la fábrica y en estos términos, " Bienvenido señor contador, (con tono sarcÝástico)en un mes exactamente creemos podrá compenetrarse de las labores que le serán encomendadas, no olvide que la precisión de sus cálculos será de gran importancia en las decisiones comerciales de la empresa, esperando que una vez más sepa demostrarnos sus cualidades y sernos útil por muchos años, sino, agradeceremos su esfuerzo y su carrera habrá llegado a su término." Me acordé de mis aires de "suficiente", mote que recibí de un viejo chico y mariconazo, Carlos Contreras, cuando trabajé en Vidrios Planos en Chile y respondí tranquilamente," espero esta vez, que el sueldo vaya con la importancia del trabajo que se me encomienda" No hubo respuesta desde luego. Seguí ganando 160 dólares por semana mientras tanto, mi remplazante, en las tareas anteriores, comenzaba con 250 dólares. ¡Racistas de mierda!, pensé entre mí, luego me arrepentí un poco: el patrón era de origen egipciano creo. Seguí trabajando. Al cabo de un mes de trabajo, me convertí en el brazo derecho del contralor, autoridad máxima de la sección y estuve al corriente de todos los ajetreos contables. Obtuve mi primer aumento. Muchas satisfacciones en el plano personal y profesional, creo fueron mis mejores años.
El Bambino
Nos cambiaríamos dos veces más. En Charlesbourg, conoceríamos a Marcel y Lilyanne. Se convertirían más tarde en los flamantes padrinos de Don Jaime Pablo, luego de un bautizo bien regado y comido que celebraríamos en la casa de la calle Trudel. Son los únicos quebequenses que en algún momento hemos considerado como "amigos". Su acercamiento se produjo por la extraña simpatía que despertó en la pareja, Alejandra, que en aquella época pintaría los 5 o 6 años. Con el tiempo y debido, en gran parte, a la índole del trabajo de Lily: soldaba, durante toda la jornada de trabajo, piezas métalicas al interior de los contadores de luz, y que la hacía inhalar enormes cantidades de ácido y a pesar de las precauciones, probablemente, terminó por contraer la enfermedad de Alzheimer. Hoy día se encuentra hospitalizada y no reconoce a nadie.
Marcel es un tipo muy divertido y muy querendón de mis niños, en varias ocasiones y cuando sus negocios marchaban bién, se convirtía en el viejo pascuero. Gozaba con estos ajetreos. Era muy enamoradizo de las niñas chilenas. Es un niño grande. Hoy día, se le ve muy enamoradazo. ¿En que ajetreos anda?
La Marulla
Por ese tiempo llegaría María Inés, Lulú en ese tiempo pensaba que había que rescatarla de esa vida de señorita virginal, que se encerrada luego de sus jornadas de trabajo, perdiendo todo el encanto de la vitalidad y de la juventud. Tiempo después, se operarían cambios extraordinarios.
Lulú trabajando con abnegación y los niños criándose en guarderías agregado el hecho que yo era totalmente absorvido por mi trabajo, no teníamos tiempo ni de respirar, la fatiga se nos fue acumulando. María Inés, no comprendió en ese momento lo que pasaba, iría a comprenderlo sin embargo, más tarde, cuando le tocará, personalmente, hacer frente a la verdadera vida, ésa de las responsabilidades. Se quejó de nuestra acogida y esta vez, tenía escapatoria, nadie se enojaría si decidía casarse y con más apuro que los americanos por conquistar la luna, un día llegó del brazo de su flamante marido, un ruso que destacó más tarde por su amor a las lenguas, no a la de María Inés precisamente sino a la de los idiomas y a los computadores. Nuestra idea primera fue que aprovechara de estudiar y trabajar al mismo tiempo. Pero donde manda el corazón........Fuimos sus padrinos y Doña María se convirtió en la flamante señora Liberman.
De este amor internacional, nació Katherine y Tania. Años después y luego de un comienzo difícil, nació la verdadera María, Madame Chile, como la llamaba Leonid.
María Inés, se ha convertido en la única tía de mis niños, por el lado materno. Puedo asegurar que los adora, probablemente por el hecho de conocerlos verdaderamente. Mis niños también quieren mucho a su tía Marulla, sobre todo Chelita. Tienen una buena comunicación y una confianza a toda prueba. En este momento su presencia en Montreal, es para los niños de vital importancia.
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Hoy se fue. Yo la amaba. No era buena.
"Bien -pensó neciamente-, que la hiena
se vuelva para siempre a su zahurda.
Ahora venga la paz, la paz serena..."
Pero lo que ha venido es una pena
desoladoramente absurda...
Benjamín Taborga
CAPITULO 12
La primera casa
Los esfuerzos desplegados en los primeros albores de nuestra existencia en común, nos permitió procurarnos la primera casa.
Entretanto, víctima de negocios muy pero muy oscuros y que no pude denunciar, la industria, en que yo trabajaba, producto de manejos, que pretendo no muy católicos, quebraría más tarde, Recibí, de alguna manera, una cierta amenaza. Quedé sin trabajo el primer día en que nos instalamos en nuestra propia casa. Lulú siguió trabajando y yo comencé a desesperarme, no estaba acostumbrado a estar cesante.
La alegría de esta adquisición, duró el tiempo de golondrinas, algo más tarde habíamos de concluir que este desapego se debió a que sus cimientos no estaban entracinados en suelo nuestro. En ese entonces Alejandra caminaba por los ocho años, Rodrigo vestía alegremente sus 6 y Don Jaime Pablo entraba como el último varón a sellar nuestros sueños progenitores, haciendo padecer a mi pequeña Lulú, su última cesárea. Todos mis niños ¿tendrán algo de romanos?.
Luego de la llegada de Don Jaime Pablo, Lulú debió reintegrar el trabajo inmediatamente. Fue brutal y se quebró.
Agotada físicamente y agobiada por esfuerzos sobrehumanos desplegados en su labor de "femme de chambre" decidió darse un respiro y viajar por primera vez a Chile, lo hizo con Pablo.
A su regreso y mientras estuve desocupado, decidí embarcar en un "negocio" que según los entendidos, nos procuraría dinero y ¿porqué no?, la gloria y la fama juntas Acompañé entonces, en calidad de administrador, a un "grupo de cineastas" al menos asi fue su presentación y nos fuimos al Perú por 45 días, naturalmente en calidad de asociados. Perro con más pulgas.
La partida, causaría graves daños en mis relaciones íntimas con mi Lulú, lo vine a saber muchos años después Recuerdo si, que ella, en esa oportunidad, se bebió una botella de vino y de una sóla vez, y no ví o no quise ver sus lágrimas ganar sus ojitos y de todos modos partí.
Perú
Los resultados econ—micos de tal viaje, no fueron otros que el de la satisfacción personal. Sin embargo los personales, realmente grandiosos, para mí, en todo caso. Paseamos por la bella Lima, ciudad enigmática que sigue guardando para mí todo el sabor épico y romántico de la obra de Jorge Inostroza, en Adiós al Séptimo de Línea. Visité con mucha emoción el museo en que están expuestas muchas de las correspondencias de los soldados con sus familias, en tiempos de aquella guerra infame. Todas las guerras son infames. En sus calles pude admirar el misterioso ensueño que provocan los artistas populares con sus flautas, charangos y zampoñas y que en las noches deleitan la bohemia limeña. Las iglesias son de una majestuosidad y una hermosura sin par. Si pudiera dárseles una utilidad.
Conocimos el villorrio de Chincha, al que llegamos por intermedio de un pseudo periodista, cuyas credenciales nunca exigimos. Embarcamos nuestros equipos en un acordeónico autobús y partimos quebrando la noche por caminos casi irreales de soberbia oscuridad. Una que otra parada, a la vera del camino, nos permitía observar rostros misteriosos recortados contra el silencio y sentíamos latir la esperanza. Yo entretanto, fascinado por los soberbios relatos de Inostroza, hundía mi cabeza escondiéndodome de enemigos invisibles y con la fantástica esperanza, mientras mi corazón apresuraba su latir, de encontrar la hermosa Leonora Latorre. Nuestro destino, de acuerdo al itinerario de nuestro amigo "periodista", era la finca de un afortunado viñatero. Abordamos Chincha tipo cuatro de la mañana, Don Pablo diría las cuatro de la noche, y tuvimos que alojar en un hotel del centro de la ciudad. Era día sábado y la fiesta en esos rincones no perdona, la algarabía, el baile y el alcohol nos entregaron la impresión de una ciudad muda y sin historia. Al día siguiente y luego de haber desayunado en una feria indígena, nos encaminamos con destino a la finca a que íbamos recomendados. Nos presentamos a la puerta y a pesar de los gritos, casi imploratorios de nuestro amigo Delfín, no quisieron ni siquiera abrirnos la puerta. Me pareció estar frente a la mansión de esos endiosados modernos que viven escondiendo la riqueza, sea por egoísmo o por verguenza. Sin embargo, en el pueblo la generosidad de un grupo de danzas del lugar nos sacó del paso y justificó nuestra presencia. De vuelta a Lima, gozaríamos como locos de tan extraordinaria anécdota, sobre todo de los aires sorprendidos de nuestro querido periodista Delfin. No le quisieron abrir la puerta, viniendo a nombre de un Licenciado y eminente politicólogo del regimen.
Viajamos al Cuzco, en donde montamos, juntos con la leyenda, el Macchu-Picchu. No tengo palabras para describir lo que ví ni lo que sentí, no hablo sólo de la ciudad inca enclavada en las alturas de la montaña, sino de todo el trayecto que es de una singular y acaparante hermosura. Caminé la altura trás antiguas huellas del pasado, estrechos senderos, con la impresión que de repente encontraría un desvío secreto que los dioses incas utilizaban para llegar caminando al mismísimo cielo. En Sagitario, Cuzco describe suavemente, esa sensación de ensueño. Subí al tren en la estación del Cuzco, con destino a las alturas, iba acompañado de una veintena de artistas, todos músicos y bailarines autóctonos. Me pareció que su magia me llevaría a rendir mi alma y mis culpas, ante reyes imaginarios. Iba a cargo de un magro presupuesto con la responsabilidad de administrar centavos y un tesoro humano capaz de quedarse viviendo allí, en el cielo.
Conocimos sus gentes y quedé maravillado por la ciudad, en que el pasado parece esconder el presente. Instalada al comienzo de la vida sobre cimientos de piedra y balcones tallados en la madera, Cuzco es una mezcla de indios, mestizos y blancos, en donde destacan sus ferias artesanales al aire libre, allí podíamos disfrutar de la hermosísima artesanía inca, con sus telares de colores infinitos, sus obras de barro definitivo, sus instrumentos musicales andinos, charangos, zampoñas, increíbles flautas y sus interminables y fantásticas sombras. Sacsahuaman, toneladas de piedra rinden homenaje a la luz, en un extraordinaria obra de arte que representa un rayo o la electricidad del cielo, maravillas y misterio conque los dioses parecían querer hacernos recordar su existencia.
Asistimos a una ceremonia que paraliza el tiempo, en una aldea, llamaría yo el poblado de Pisac. A la cabeza de una columna que zigzagueaba la montaña, nos apareció de pronto la estampa de un jefe de tribu. Venía seguido de toda su familia, a asistir a la celebración de la misa dominical. Como un Rey de colores camino del santuario, conque los espa¤oles sembraron América, se hacía azotar por un indio encapuchado. ¿A que misterioso pasado obedecía tan inquisicional rito?
Como recordando la niñez, me pareció que montado en el trencito de la Quinta Normal de Santiago, recorrimos los Andes Peruanos, esta vez con destino a Puno, otro lugar de ensueños en que desde un cerro y teniendo como telón de fondo el lago Titi-caca y el cielo electrizado por el magnetismo de la poesía que estábamos escuchando y filmando y, que era cantada en lengua quechua por un hijo auténtico de la zona, soñábamos con todo y con nada. Fué un espectáculo sublime. Un día nos internaríamos en sus aguas, invitados de honor del alcalde de uno de los pueblos que se extienden más allá del lago y más arriba en la montaña. Fué este un lugar sorprendente, en donde vimos y apreciamos la vida en comunidad, la harmonía y la alegría de hombres y mujeres que parecen compartir, al mismo tiempo, la risa y el llanto, el trabajo y el reposo, la vida y la muerte, el cielo y la tierra.
En Lima tuvimos la oportunidad de trabajar con el grupo folclórico cuyo director Don Osvaldo Romero Gallegos además de entregarnos su sabiduría y su enorme cariño por lo que intentábamos hacer, nos brindó una amistad, que en esencia, fue más preciosa que todo el contenido del museo de oro de esa misma ciudad. Del contingente de ese grupo sentí el cari¤o enorme, en particular, de un cholito extraordinario. Les pido no ser mal pensados.
"Magie Noire" terminó en los archivos y forma parte de nuestras aventuras. Los cineastas no eran hombres de negocios y el resultado concreto, no fue más que un volador de luces. Los hijos del sol todavía esperan todas las promesas y seguramente lo hacen cantando:
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"Qué triste es mi vida, llora que llora llora
sin ninguna esperanza de tu amor y confianza
qué triste es mi vida, llora que llora llora
y se mece la hamaca tendida
de aquí para allá, de allá para acá" (bis)
Méjico
De vuelta ya de Perú, tuvimos oportunidad de partir a Méjico, esta vez con mi Lulú, viaje modesto, pero lo importante era aprovechar la oportunidad de conocer otras tierras, otras costumbres y otros hermanos. No nos importó cesantía ni nada, como cuando dejamos Chile, decidimos y lo hicimos.
Fué en momentos en que mi cuñado Guillermo y familia habían decidido regresar a Canadá, luego de un intento abortado de vuelta a Chile. ¿Qué traicionó sus anhelos? Nunca lo sabremos. Esta vez decidieron venir a instalarse a Québec, en principio ellos habitaron Ottawa. Fueron recibidos en mi casa y Lulú desplegó todo sus dones de anfitriona y los colmo de cariño y atenciones.
El flaco, de sobrenombre, es muy chamullero. Nos contaba que trabajando de guardia de seguridad, en los primeros a¤os de inmigrante, bebía Coca-colas gratis. Según su propio decir, en vez de introducir monedas hasta por el valor de la bebida, éste se limitaba a destapar la botella y chuparse el néctar con una pajita. En Ottawa, le llamaban "el insecto"
Aterrizamos en Cancún y nos dirijimos directamente a la Isla de Mujeres, nombre romántico y lleno de leyendas. Allí guardaban, según decir de los lugareños, las vírgenes del imperio, para regalo de los reyes cuyo destino luego, serían los sacrificios. Se repite la historia de "Las mil y una noches" Isla hermosísima de arenas infinitamente blancas y aguas turquesas. Este lugar guarda las características propias al pueblo mejicano, a diferencia de Cancún, convertida en una verdadera ciudad construída o transformada al estilo norteamericano.
Tuvimos oportunidad de visitar las ruinas de Chichen-Itza, desde donde recorrimos el pasado. Nos llamaron la atención unos pozos de agua situados en medio de la llanura, llamados "cenotes" existen dos en Chichen-Itza, uno que parecía proveer de agua potable y el segundo a carácter sagrado y que se utilizaba para los sacrificios. Admiramos los vestigios de un pasado que parecía reciente y lleno de poesía, pirámides, pilares de guerra y la magia fantasmal de un silencio faraónico. ¿Reino del reino de la tierra?. Se descubrirían muchas similitudes en estos lugares con vestigios egipcios.
De la llegada, pude trabajar algunos meses todavía como gerente de crédito en una mercería. Decidimos poner en venta la casa y soñar por primera vez con un posible retorno.
Ve a rezar hija mía. Ya es la hora
de la conciencia y del pesar profundo:
cesó el trabajo afanador, y al mundo
la sombra va a colgar su pabellón.
Victor Hugo
Continuará
Por qué dices eso de los españoles??? Para nada son clasistas, habra como en todos los lugares, pero no es algo general.