Estoy frente a mi máquina de escribir, escuchando a Shuman, mirando TV: “Bird”, genio del jazz... Me he dado cuenta que uno hace muchas cosas por llenar su tiempo, su espacio tratando de encontrar un momento de paz, de dicha, de alegría y de ese tipo de cosas... Me he dado cuenta que uno puede engañarse fácilmente, como decía la madre teresa: "lo mas fácil es equivocarse", es verdad y que bueno que sea verdad pues me da esa libertad de hacer las cosas sin esperar que salgan bien...

He decidido escribir sin esperar comprensión, como si mis letras fueran las notas de Charly Parker, ser, simplemente ser y escribir eso que está latiendo fuertemente en mi ser... Es fácil así, pues uno no se hace de ideas, simplemente respira lo mas relajado posible y espera que el genio, aquel gigante oscuro, escondido tras todo el escenario de mi vida aparezca y, de un empujón me muestre el descanso, y que él se haga su espacio, usando mi espacio y mi tiempo... Si señor, es fácil escribir cuando ya no eres tú quien escribe...

Recuerdo verme mirando desde el techo de mi casa a una mujer de treinta años, duchándose, mostrándose a nadie (yo), aquello que tanto cuidaba: su alma, su pubis, sus senos... Sí, eso era glorioso hasta que aquella mujer sorprendió mis latidos, alzando sus ojos y gritando al cielo que un mirón profanaba su techo, su alma...

Recuerdo que salté del segundo piso y casi me rompo las piernas, y corrí y corrí como si tuviera cien piernas, cien alas, hasta evaporarme como el humo de un cigarro... Es gracioso, pues si no fuera porque aquella mujer era mi madre, jamás me hubiera sentido tan mal y jamás lo habría contado, escrito... Sí señor, es fácil errar, cuando uno no sabe nada más que aprender a vivir, y, con suerte, y más adelante... aprender a escribir...



Paris, 05/12/04