Cuando comencé la Universidad, conocí 2 personas que llegarían a ser mis mejores amigos. Uno de ellos, era mayor que mi otro amigo y yo, así que solía reirse de nuestras ocurrencias y a la vez reprendernos ante nuestras faltas.
Pero vivía con un gran tormento en sí mismo. Sus complejos por ser negro, y por nunca tener ni un centavo ni para comprarse ropa, le hacía sentirse inferior a todo el grupo.
Nosotros dos tratabamos de ayudarle y brindarle nuestro apoyo, pero era más fuerte que él. Sus otras virtudes eran mayores, pero él no las veía.
Era uno de los primeros en nuestra clase, tenía una gran sensibilidad humana, que desbordaba en cada poema que escribía y con cada palabra.
Hacía tanto énfasis en sus problemas, que nunca llegó a encontrar ninguna chica que le diera amor. Perdió a su padre, en el momento más difícil de su carrera, así que hizo frente a su familia.
Nunca nos dió la espalda, a pesar de sus problemas y sus complejos, siempre estaba cuando lo necesitábamos. Aún no hay nada, en esta vida, que hayamos podido hacer para ayudarle, aunque lo intentáramos.
Todavía hoy después de cinco años, continúa junto a nosotros, cada vez esos complejos se hacen más evidentes, pero el amor que sentimos por él es mucho más grande, que esos complejos.
Nuestra amistad es más fuerte, que todo y rebaza fronteras de este tipo. Siempre será para nosotros, como cariñosamente solíamos decirle el hombre de chocolate, y como tal aunque nos engorde y empalague en exceso, es tan sabroso que no podemos dejar de consumirle. Por todo lo que ha hecho por nostros gracias: Robe.