Una tenue lluvia, una brisa fría y una inmensa soledad en aquel medianamente poblado cementerio pueblerino; contra el cielo azul se recorta la figura larga y huesuda de un visitante envuelto en un largo sobretodo negro, mirada fija en la lapida amarillo viejo con letras de bronce, rostro inexpresivo y manos escondidas dentro de largos bolsillos, un acercamiento a la cara muestra el dolor inconfundible de la perdida injusta, lagrimas que se confunden con el agua de la lluvia, mezcla de dulce y sal, de paz y desesperanza. Dicen que Wistlao Bell lleva años visitando esa tumba, siempre a la misma hora, siempre en días lluviosos, siempre por la mañana, por eso la gente evita visitar el cementerio cuando se dan estas condiciones atmosféricas, porque la gente sabe que así le gusta a el, y nadie en el pueblo quiere tener la desagradable sensación de un encuentro con Wistlao. Decían que era musulmán, pero yo no lo creo, se habría cambiado el nombre, su nombre sería entonces Mohamed, u Omar, o Amnuar o cualquier otro que hiciera honor al profeta; no, Wistlao no es musulmán, de ser así no se habría suicidado, y no estaría condenado para siempre a visitar su propia tumba cuando el día fuera igual a aquel en que tomó tan fatal determinación
La sorpresa en la revelación es impactante. Simplemente WOW!!!