Un día de verano, ¡qué escena qué maravilla! había aparecido un hermoso castillo, lleno de sueños y colores con mil mariposas alegres y con un sin fin de amores en el aire.
La mañana no tiene envidias.
En la tarde de ese día de verano, un baile singular que duró poco más del amanecer y hasta que todo estuvo nuevamente con los colores del alba y el perfume del rocío.
Un principe, una princesa y fantasías rondaban por allí, una bruja una manzana, un colorete y un regaño.
"Soy invitado y la mesa no está puesta, que atrevimiento, no lo merezco", dijo alguien por allí.
La princesa, el principe, la bruja, la manzana, el colorete, el regaño se fueron por caminos distintos, dejando solo un perfume en el aire.