A mis once años no escribo, pero relataré, perdonen la tan mala descripcion de las cosas, yo simplemente no se como decir las cosas, estoy en un estado vergonzoso y sólo diré lo que recuerdo, deuna vida tal vez pasada.
Eran las vísperas de navidad, eso recuerdo, lo que sí recuerdo es que eran vacaciones y yo viendo eso me iba a bailar y disfrutar, y, aunque mis padres se oponían, yo como buen joven los insultaba y les dejaba de hacer caso, al cabo los padres son siempre aburridos y no saben lo que dicen, por eso me iba.
Yo tenía problemas en la escuela, pero a decir verdad me importaban muy poco yo no quería ser un genio y sólo me ponía a actuarle a mi madre en reuniones.
Creía que por tomar poco no pasaba nada y lo sigo sosteniendo, pero ese día fue diferente.
Yo estaba con mis amigos, disfrutando del baile y tomando, yo daba vueltas, sólo veía el techo y las luces de colores iluminando todo... de pronto me sentí pesado, quería pararme pero no podía. Oía las voces de mis amigos como susurros, pero no les entendía. Así las luces se hacían cada vez más deslumbrantes y el sonido más intenso, el más intenso que hubiera escuchado, ya no podía, sentí que se me reventó el oido y las luces se mezclaron en un destello muy brillante, me caí.
Después desperté en un cuarto frío, abrí los ojos porque no se oía nada, los abrí pero todo era de negro, como estar en el espacio...sin nadie. Me estaba volviendo loco pero no perdí la paciencia y traté de dormir para creer que era de noche o que era un sueño.
Todo fue inútil, cuando desperté era lo mismo, aunque parecía como si alguien me hubiese volteado, eso no me ayudaba, creo que me habían confundido con un muerto y me pusieron en un cajón como desconocido, ¡eso no puede pasar, yo no estoy muerto, aún respiro!...
De la nada sentí una mano que me sujetaba la mía, ahí fue cuando ví que no estaba muerto, pero no entendía nada. Lloraba y la mano me limpiaba, yo la sentía, era mi madre que ya me había derramado una de sus lagrimas, entonces sí me sentí muy mal, creo que no era sólo un recuerdo, me había quedado ciego y sordo a la vez, yo prefería estar muerto en vez de soportar eso y el sufrimiento de mi madre.
Como saben yo no era bueno en el estudio y no sabía que se podía tratar la ceguera y el oído...y opté por matarme.
Al día siguiente cuando sentí que no había nadie, me quité la boquilla de oxígeno que me habían puesto antes, pues ya no podía respirar de tanto alcohol, fue una muerte dolorosa, quería ponerme la boquilla pero me había caído y no la iba a encontrar, todos mis recuerdos se pasaron desde que nací