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Categoría: Ciencia Ficción

A la luna

Habían pasado poco más de cuatro décadas desde que los hombres, por primera vez, bombardearon la luna, en busca de deshacer el agua almacenada en sus polos. Algunas personas mencionaron que usaron bombas atómicas con una potencia diez veces mayor que las que se usaron en Hiroshima y Nagasaki. Otros dijeron que fueron misiles con cabezas atómicas, otros, más ocupados en temas de aspectos humanitarios, opinaron que no era necesario saber con qué bombardearon la luna sino que lo interesante estaba en la intención de dicha actividad.
La tierra, en otros tiempos, casi remotos, llamado el planeta azul, agoniza. Nubes negras impiden el paso de los rayos del sol tan necesarios para los seres vivos que con muchos sacrificios han logrado sobrevivir. Los grandes ríos riegan con aguas amarillentas y hediondas pedazos de tierra poblados por árboles secos y la lluvia ácida no cesa ni un momento. Lo que fue en un tiempo primavera, verano, otoño o invierno está olvidado, no se sabe cuándo amanece, ni cuándo anochece, todo el tiempo las luces de las casas y las calles, las cuales están solas, permanecen encendidas. El planeta luce negro, los océanos, antes azules, ahora tienen un color gris y en algunas partes parece que hierve, arrojando al aire fétido, burbujas que se descomponen a no menos de un kilómetro de altura.
En los distintos continentes las gentes, que hablan un solo idioma, han hecho sus viviendas con un material que aísla los contaminantes de la atmósfera, pero sus rostros están pálidos y les brotan del cuerpo vesículas que explotan dejando marcas que en cuestión de horas toman un color morado y en tres días las personas mueren. Algunos activistas difunden por un sistema comunicativo que las muertes se deben al material que el gobierno mundial proporcionó para la construcción de las viviendas y así exterminar al mayor número de personas, estos activistas comenzaron a repartir un gel que al untarse en la piel creaba una película que protegía contra los efectos del material de las viviendas. Según la última estadística recogida por el gobierno mundial más de 35 millones de personas habían muerto y el grupo activista cesó de repartir el gel porque los consumibles casi se agotaban.
En el extremo norte, al sur de Groelandia, encima de los témpanos de hielo que se despegaron del polo norte, hay mucho movimiento, ingenieros del sistema galáctico arman rápidamente grandes naves que despegan con rumbo a los continentes. Un personaje de lentes luminosos ordena que las naves lleven un cierto número de matrículas y que no se usen motores con ruido, además que se preparen con cohetes mortíferos, el sujeto tiene mucho cuidado con las horas y grita que antes de las 16 tienen que estar en las bases continentales cargar y volar al exterior.
Por el sistema de televisión mundial, el gobierno mundial envía un mensaje a la población, mencionando que pronto les llegarán medicamentos para las vesículas, que permanezcan en sus casas porque a las 17 horas se liberará el gas que limpiará la atmósfera, el cual fue preparado por el instituto mundial para la limpieza universal.
En las bases continentales ya se encuentran grupos de personas elegidas que lograron comprar un pasaje para sus familias, son gentes ricas, que enfundadas en trajes especiales esperan impacientes a las naves que las llevarán al exterior.
A las 16 horas la luz se cortó en el planeta, pero por el sistema de comunicación universal que había sido tomado por los activistas a las 15 con 45 difundieron un mensaje que decía “el gobierno mundial enviará naves hacia las plataformas continentales para llevar hacia el exterior a un grupo selecto de personas y un gas que se soltará a las 17 horas tiene como fin inmovilizar a los seres vivos por tres horas si no se cuenta con un traje especial.

El gobierno mundial al conocer el mensaje de los activistas, ordenó soltar el gas a las 16 con 20 minutos, logrando inmovilizar a los seres humanos que cayeron en las calles, víctimas de convulsiones y con la mirada perdida
Las naves llegaron puntualmente a las bases continentales a las 16 horas, pero antes habían recibido el mensaje de que bombardearan las ciudades principales por donde pasaran. Las personas que se encontraban en las bases, todas protegidas con un traje especial, se arremolinaron alrededor de las naves, fueron revisados y organizados con base en sus matrículas y a las 17 horas las naves despegaban al exterior.
Después de tres horas, en la tierra, los que se quedaron se recuperaban de los efectos del gas, vieron los grandes edificios que se desplomaban en enormes olas, se escuchó una estruendosa explosión y los que estaban en el exterior observaron un rayo luminoso que significó el fin de la tierra , su antigua casa.

Las naves, luego de varias horas de vuelo, llegaron a la luna, un mundo nuevo y limpio los esperaba, el gobierno mundial, acompañado del individuo de lentes luminosos daba la bienvenida a los nuevos inquilinos, androides eficientes hacían las labores de servicio y todo era felicidad. El mar de la tranquilidad era ahora surcado por barcos y sus costas, antes secas y estériles, rebosaban de alegría. La luna comenzaba a revivir, pero también a morir otra vez.

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