Érase una vez tres cerditos que eran malvados, no había ninguna criatura del pueblo que no hubiera sufrido insultos o agresiones, a causa de lo tres hermanos cerditos. Un día su abuela les celebro una fiesta de despedida, por que ya eran mayores y era hora que se largaran de su casa, que descanso le quedo a la pobre abuela.
Les hizo una gran tarta y comida en abundancia, ya que los tres cerditos eran muy comilones y estaban a todas horas comiendo, por eso padecían de obesidad.
Su abuela les recomendó que para empezar su nueva etapa de vida independiente, deberían de construirse unas casas donde vivir.
Pero aparte de ser unos matones, eran gandules y como no tenían intención de construirse unas casas, se fueron a vivir debajo de un puente.
Robaban la comida del mercado a escondidas, pero no era necesaria para saciar su enorme hambre.
Un día, vieron a el lobo, que era muy simpático con todos los habitantes y siempre esta dispuesto a ayudar a la gente. A los tres cerditos se les ocurrió la idea de que podían comérselo, ya que según su abuela decía que la carne era muy apetitosa, pero no estaba bien visto que se comieran esos animales.
El lobo, después de hacer la compra, se dirigió a su casita a hacer la comida. Estaba en el interior del bosque del pueblo, su casa era de paja.
Entonces los tres maliciosos cerditos, siguieron al lobo. Llamaron a la puerta de su casa de paja y le dijeron:
-Buenas, lobo podrías abrir la puerta y así podríamos jugar los dos juntos- dijo el hermano mayor de lo cerditos.
-No, se que me comerás
-Como dices eso lobito, si yo solo quiero jugar contigo, venga abre y pasaremos un buen rato.
-Ni hablar
-Bien, tú lo has querido.
Así que el cerdo enfadado, soplo con todas sus fuerzas, hasta destruir por completo la casa de paja del lobo. El lobo voló por los aires, pero el cerdo no pudo darle alcance.
El lobo pensó, que si quizá se construyera una casa más fuerte y resistente, los cerdos no podrían hacerle nada. Se construyo una casa de madera, y vivió tranquilamente. Hasta que un día, después de ir a coger nabos se encontró con dos de los hermanos cerditos, el hermano mayor y el mediano.
Los cerditos le dijeron:
-Hola, amigo lobo porque no te vienes a nuestra casa y así jugamos todos juntos.
-No, se que vuestras intenciones no son buenas, y que queréis comerme, par de gorrones.
-Que va lobo, solo queremos ser tus amigos.
El lobo salió del huerto de nabos con su cesta corriendo, con todas sus fuerzas para que los dos hermanos lobos no le dieran alcance y así librarse de una muerte segura, ya que estaban obesos no podían correr apenas.
Se metió a su nueva casa de madera y los cerdos enfadados por no poder haberle dado alcance empezaron a soplar hasta que derrumbaron la casa del pobre lobo. Como había polvo al caerse la casa, el lobo pudo huir sin que lo los dos cerdos pudieran llegar a cogerlo.
El lobo, decidió que si quería seguir viviendo debería de construirse una casa que fuera indestructible. Se construyó una nueva casa con ladrillos, que parecía más segura y fuerte que sus anteriores casas.
Cuando el lobo estaba preparando una sopa en un gran olla en la lumbre, porque tenía invitados que iban a comer ese día a su casa.
De pronto llamaron a la puerta, eran los tres cerdos, el lobo presa del pánico no sabía que hacer.
Esta vez fueron los tres cerditos, el mayor, el mediano y el pequeño, ya que
decidieron que si no, no podrían coger al lobo y poder llegar a zampárselo.
Los tres lobos dijeron a la vez:
-Nuestro querido amigo lobo, tendrías la amabilidad de abrirnos la puerta y compartir contigo esa rica comida que estas haciendo.
-Jamás os abriré, ya que se que deseáis comerme.
-Vaya que listo, en efecto, tienes toda la razón queremos comerte y esta vez no te vas a escapar.
Los cerdos, treparon con un gran esfuerzo, hasta llegar al tejado de la casa de ladrillos del lobo.
Se metieron en la chimenea uno detrás del otro y los tres cerditos fueron a parar a la olla de sopa que esta haciendo el lobo. Los cerdos quedaron totalmente calcinados.
Después de este suceso, todos los habitantes del pueblo lo celebraron con un gran banquete, ya que los tres cerditos habían sido un incordió para todos los habitantes del pueblo y nunca les había dejado en paz.
A partir de ese momento el lobo, pudo vivir tranquilo y en paz por el resto de sus días.
FIN