No bebe sangre el que quiere sino el que puede beber
Algunas drogas modernas producen el efecto eufórico de experimentar tal levedad que parece que carnes y huesos no existieran. Eso creeríase es principio de intangibilidad, no sentir la materia. No es el primero ni el último que se siente mariposa y subiéndose a algo elevado se zambulle inconscientemente al vacío.
La desconexión es virtual, desconectarse de la materia no significa que haya dejado de existir, pero si que está peligrosamente cerca.
Asi le sucedió a Jonás, con la salvedad que alterado un poco por los comerciales televisivos de insecticidas, se sentía mosquito.
En el video juego que lo entretenía por esos dias, el Beandracull v. 6.0, el héroe no solo eludía hábilmente a los diversos insecticidas, sino que hasta llegaba a tomar fuerzas de algunos de ellos, incrementando su poderío.
Asi que cuando Jonás se inhaló el camouflado espiral se hallaba mirando las evoluciones de Beandracull en la pantalla de su ordenador.
El flash casi lo reventó contra el cielorraso, sintió que podía volar, se vio haciéndolo y perdió toda coordinación de sus miembros, ellos hacían lo que su imaginación visualizaba.
Dio varias vueltas alrededor del ventilador de techo y se acercó a la ventana, estaba en un segundo piso y la gente que transitaba por la acera se veía suculenta. Humanos latentes de sangre...
Se lanza en picada, la vecina le grita, Jonás no te tires! - pero ya está en vuelo, apunta con el pico hacia un sujeto que al verlo pega un salto al costado y Jonás se clava contra el duro embaldosado; estalla su rostro, que al decir de un periodista "quedó aplastado como una torta." Luego intenta reincorporarse, ve el charco de sangre y sin pensarlo un segundo lame avidamente el nectar bermellón.
Por eso es que el noticiero truculento que llegó minutos después de haber retirado el cadáver, solamente pudo filmar una gota de sangre.
La que se le escapó a Jonás con el postrer suspiro.