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Categoría: Misterios

Yuco sabia de la vida y de la muerte

Yuco no sabía de estrenos, ni entendía de palabras altisonantes, no comprendía de dialéctica ni de teorías existencialistas, era simplemente Yuco, el hombre de abajo en la esquina, sitio en el que nadie se detenía, sino que se pasaba rápidamente por allí para evitar cualquier entretenimiento. Una vieja puerta de tipo Santamaría, deteriorada por años de inclemencias temporales a duras penas cubría la especie de nido donde dormía, solo una oscuridad impenetrable se atisbaba desde fuera, esa era su guarida. Pero si se hablaba con él, era imposible imaginar tanta miseria; su tono pausado y uso perfectamente pronunciado de las palabras hacia imaginar un origen no tan miserable, quizás no de alta cuna, pero si de clase media pujante y luchadora, era Yuco inquisitivo, a veces esperaba a los conocidos en esa esquina de abajo, se incorporaba a la rápida caminata de éste o aquel, solo para soltar preguntas como esta: ¿Qué significa Dignatario? ¿y dialéctica? ¿Que de epicúreo? Así las palabras de alto calibre iban siendo incorporadas a su limitado léxico, pero no para ser utilizadas sin conocimiento de causa, Yuco se las ingeniaba para usarlas de manera acertada dando así apariencia de hombre de alta letra.
Un día gris, cargado de nubes negras y gotas de agua del tamaño de pelotas de golf sorprendió a Yuco en medio de una autopista, muy lejos de su agujero, muy lejos de su seguridad, lucía un viejo traje de tres piezas, raído pero de buen gusto, viejo pero presentable, arrugado pero limpio; un vehículo desbocado, descontrolado se lanzó contra su humanidad, y cayó el viejo roble herido de muerte, golpeado de manera fulminante, dando solo tiempo a elucubraciones pre mortem, se agolpó la gente, salida de quien sabe donde, y alcanzaron a oírle decir:
- Fui alcanzado por la clica, el Hades ha reclamado mi carne, se acerca el óbito sin que nada pueda hacer, solo me resta esperar y confiar, una vez creí en un Libertador, que libró a los mortales mediante cruel sacrificio de su propia vida, a precio de sangre pagó por mi para luego el mismo vencer al Seol; bajo ahora a la oscuridad del sepulcro, con mi fe puesta en que él me levantará de las redes del olvido-
Solo unos pocos comprendieron sus palabras, y muy pocos comprenderán en el futuro el alcance de éstas, que Yuco conocía a ciencia cierta la diferencia entre la vida y la muerte, y siendo así, resultó que era más rico que lo que cualquiera pudiera imaginar.
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.42
  • Votos: 62
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Aracelis Pocaterra
invitado-Aracelis Pocaterra 18-08-2004 00:00:00

Comprender el significado último de este cuento es un verdadero reto al intelecto, ¿Hablaba en su soliloquio de Jesús el Cristo? Creo que si, tienes mi 10

Amanecer
invitado-Amanecer 18-08-2004 00:00:00

La verdadera riqueza del hombre no está en su bolsillo sino en su corazón. No se entienda que digo mal, pero debemos enriquecer nuestro vocabulario para entregar nuestras mejores expresiones. Lamentablemente mi escaso bocabulario no me permite expresar cuanto quisiera de esta exelente pieza. Pero reciba mis feliciaciones.

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 25-04-2003 00:00:00

Muy bien Eddy García, escribes muy bien, con un uso de vocabulario envidiable, y profundo. Felicitaciones de este humilde servidor... (confieso que no entendí mucho...me faltó diccionario)

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