el cuerpo que tenemos es una bomba de tiempo, tarde o temprano, revienta.
estaba en esos pensamientos cuando tocaron la puerta de casa. miré a través de la ventana y vi que era el cartero. le abrí la puerta y este me dejó un sobre con dos libros enviados por mi hermano que vive en el otro lado del mundo. me alegré y le di unas monedas. se fue con una extraña sonrisa, misteriosa. me quedé con los libros en la mano mientras le veía alejarse de casa como si fuera una sombra o un sueño. entré a mi casa y me senté en la mesa. abrí el primer libro y empecé a leerlo. era una bella edición de poesía de T.S. Eliot. estuve así, leyendo, por varias horas hasta que sentí el dolor de cabeza. dejé el libro y tomé unas pastillas. el dolor siguió. voy a morir, pensaba. me recosté sobre la cama y cerré las ventanas y dormí con el libro en el pecho. tuve un sueño, en él veía a mi hermano con varios libros en su casa. me preguntaba cuál quería y yo le respondía que todos. sonrió y me dio una pastilla. allí están todos, me dijo. la tomé y la tragué. fue fantástico pues desperté al instante sin el dolor de cabeza. me levanté, encendí las luces y seguí leyendo a Eliot, "Tierra Baldía". me gusta la oscuridad y la profundidad con que se expresa. parece que hubiera hurgado en las cavernas de la vida y el colchón de la muerte.
de pronto, escuché el timbre de casa. miré para ver de quién se trataba y vi a una mujer desconocida. era joven y tierna, bella. vestía todo de negro. me preguntaba quién podría ser, porque jamás la había visto. abrí la puerta y la mujer me dijo si había llegado el cartero. le dije que sí. soy su hermana y mi hermano ha olvidado un paquete en mi casa con su dirección, dijo. me fijé y eran los mismos libros que recibiera anteriormente. le dije que ya había venido el cartero y me había dejado los mismos libros, es mas, lo estaba leyendo cuando me cogió un dolor de cabeza. la mujer retrocedió y con un gesto, me pidió perdón, luego se dio la media vuelta y se fue, llevándose los libros. quise seguirla pero no lo hice. recordé la sonrisa misteriosa del cartero y traté de no pensar en nada. entré a mi casa y busqué el libro de Eliot. no lo encontré. lo busqué por horas y nada. angustiado, sentí de nuevo el dolor de cabeza y me tumbé en la cama. tuve otro sueño. soñé que alguien entraba a la casa. era la bella mujer. me dejado los dos libros y decía que la poesía de Eliot no era oscura, no, era brillante y enriquecida de palabras como la arena de la playa. sonreí y desperté. todo es un sueño pensé, aunque seguía con el dolor de cabeza.
uno se acostumbra a todo. me paré y me puse a esperar a que el timbre de casa sonara de nuevo. estuve así hasta que quedar totalmente dormido, y tuve otro sueño. estaba con T. S. Eliot, y este me preguntaba por la bella edición de “Tierra Baldía”. no la tengo, respondí. Eliot empezó a sonreír de manera misteriosa y de pronto su rostro empezó a metamorfosearse en varias personas. mi hermano, el cartero, la joven vestida de negro, en un señor que tenía fos huecos en vez de ojos, y al final toda esta imagen quedó en una cantidad infinita de letras. desperté y supe que debía escribir acerca de esto, y escribí todo, todo, pero con un dolor de cabeza terrible.
san isidro, octubre del 2007