Cuando salgo en la noche con mi perra y un muchacho de la calle camina muy cerca, buscando desesperadamente colillas de cigarros en alguna maceta, me embarga el miedo, y me pregunto ¿debería tener miedo?... automáticamente me vienen las dos inútiles respuestas que no solucionan nada, la primera: “Sí, debes tenerlo, porque ese muchacho si puede te hará daño a ti y a tu perra, porque estos muchachos no tienen miedo y por eso se abalanzará sobre ti, sin importarle cuán grande sea tu perra, buscando en tu bolsillo un cigarrillo completo”; pero también veo a la perra tranquila y sé, además, que tengo mi caja de cigarrillos completa y me cae la segunda respuesta: “No, no debes temerle, porque tu perra está tranquila, porque si tienes veinte cigarrillos sólo con darle uno no tendrías ningún problema y porque este muchacho seguro sigue buscando en la maceta sin siquiera saber que tú fumas”. Sin embargo el miedo persiste en mí y para quitármelo de una vez decido devolverme a darle un cigarrillo, que él no me ha pedido; pero, finalmente, al volver la mirada para buscarlo, el muchacho ya se está alejando comiendo un trozo de pan que ha encontrado y no escucha cuando corro llamándolo con un cigarrillo en la mano y mi perra jadea y ladra cansada porque quiere volver a casa.
Realmente soy un adicto a tus relatos.Soy tu fanatico numero 1.Tus relatos son de una calidad impresionante.Sigue escribiendo.Felicitaciones.