EL GRINGO
La señora Cármen
Ya había pasado un tiempo desde aquella primer misión de la que salí vivo gracias a la providencia. Me Pongo a recordar como comenzó todo.
Unos meses atrás algo partió mi vida, mi alma, algo personal que me deprimió al punto de querer ir a reclamarle a Dios porqué tuvo que pasarme eso a mí. Quería no estar... quería desaparecer... quería ya no existir.
Pensé que dejaría en manos del Todopoderoso si moría o no. Puse un aviso que decía... “Acepto trabajos de alto riesgo, misiones imposibles...” y mi número de teléfono.
¡Cursi y estúpido! Así me sentí después de salir de aquella librería donde tomaron mi aviso pero ya estaba hecho.
Iba por la calle y pensaba que todo el mundo sabía de ese aviso. Me sentía el “tarado del día”.
Un domingo suena el teléfono, era una mujer. Su voz suena a desesperación... a dolor. Me dice – Sr. Leí su aviso y quisiera conversar personalmente con usted un asunto estrictamente confidencial. Me deja su dirección y teléfono.
Yo vivía en Caracas y debía trasladarme a las oficinas de su esposo en Maracaibo para tratar el asunto y conocernos. Le pedí que me enviaran el pasaje en avión y luego arreglaríamos los otros gastos, comidas, alojamiento, taxis, etc.
Para el día del viaje debía presentar examen, estaba cursando Ingeniería de Sistemas y trabajaba como Analista de Sistemas en una empresa americana. En esa época ganaba unos 3.000 U$S mensuales. Tenía todo lo que quería... moto japonesa, 4x4 americano, y un carro italiano excepcionalmente veloz, lo tenía todo excepto a ella. Se fue a Argentina. No soportaba el poco tiempo que podía dedicarle... como dice Alejandro Sanz me quedé con el “corazón partío”. Así de hermosa era mi “Pelusa”.
De pronto mis pensamientos son interrumpidos por la azafata ... “Señor abroche por favor su cinturón, vamos a aterrizar, ¡Gracias!”
Llego a las oficinas del Sr. Simón Iribarry. Me recibe una secretaria, me ofrece un café y me dice que aguarde un momento para dar aviso a su jefe. Apenas estaba por tomar mi primer sorbo de café cuando llega una señora ... - “Buenas tardes Sr. Jacques yo soy Carmen de Iribarry... acompáñeme por favor.”
Ya en la oficina el Sr. Simón toma la palabra y me dice –“Sr. Jacques ella es mi esposa Carmen habló con usted la semana pasada. Queremos ir al grano”-. La Sra. Carmen lo interrumpe... -“Se trata de mi hija Julieta. Fue secuestrada por la guerrilla colombiana por negarnos a pagar la VACUNA (especie de contribución que la guerrilla le exige a los hacendados de Venezuela y Colombia para curarse en salud. Es decir... nos pagas esto y te evitas males mayores).
Tenemos una estancia cerca de la Sierra de Perijá. Van ya ocho meses. Se comunicaron con nosotros para decirnos que ya que nos negamos a pagar por las buenas, nosotros serviríamos de ejemplo a otros hacendados... o pagamos la vacuna multiplicada por mil o ellos se cobrarían con mi hija.
Acudimos a la Policía y nos dijeron que si bien era un secuestro estaba fuera de su jurisdicción por tratarse de guerrilleros que debía dirigirme a la Guardia Nacional. Allí nos dijeron que efectivamente el caso entra en su competencia pero como los secuestradores la trasladaron a Colombia ellos no podían hacer nada fuera del territorio venezolano que debíamos contactar a INTERPOL. Ellos nos dicen que vayamos a Bogotá y expongamos nuestro caso a las autoridades locales.
Vamos a Bogotá y nos dicen que en realidad el delito sucedió en Venezuela no en Colombia y que no hay certeza que la guerrilla tomara parte que podía tratarse de delincuentes comunes tratando de confundir a las autoridades venezolanas... bla... bla... bla y más bla... pero ¡nada!
Ni aquí ni allá van a hacer absolutamente nada.
Quiero a mi Julieta, quiero que me la traiga y no me importa cuanto me va a cobrar ni lo que tenga que hacer, solo quiero a mi hija... Rompe en llanto. Trata de reponerse. Ahora camina hacia mí lentamente. Me mira a los ojos y dice – Su aviso decía “acepto misión imposible”... ¿Va a cumplir o no? Usted es mi última esperanza... Jacques... se lo suplico... soy una madre, no me importa nada de nada, solo mi hija.
Se abraza a mí, apoya su cabeza en mi pecho. –Ellos se la llevaron ... ¡ me van a enviar su cadáver ¡ Me lo dijeron en la última comunicación, nosotros no podemos reunir lo que nos exigen. Tendríamos que vender todo cuanto tenemos pero eso no se puede hacer de un día para otro.
Yo la abrazo con una mano y con la otra acaricio sus cabellos. Trato de consolarla pero no para de llorar... El Sr. Simón tiene los ojos enrojecidos, contiene como puede sus ganas de llorar y baja la cabeza. Algunos segundos más tarde lentamente la levanta... me mira... – ¿Y entonces Jacques... qué responde?
La Sra. Carmen levanta su cabeza de mi pecho, me mira... las lágrimas resbalan por sus mejillas y dice... –¡Por favor... haremos lo que nos pida, cualquier cosa, lo que sea!
-Sra. Carmen yo no tengo la menor idea del paradero de Julieta que pueden decirme al respecto-.
-¡Hay una esperanza!... Hace unos meses secuestraron a un ciudadano americano. La política de Estados Unidos es no negociar con terroristas pero me dijo un Agregado a la Embajada que ellos tienen datos de Inteligencia que precisan el lugar donde los tenían hace dos semanas. Queda en un campamento en la selva colombiana a setenta y cinco kilómetros del Arauca (río fronterizo). El lugar exacto lo tienen por coordenadas de latitud y longitud.
El Agregado Militar nos dijo que si conseguíamos a alguien ellos ayudarían con apoyo logístico, armas, etc.
Cierro los ojos y pienso... ¡Ay! Jacques... en qué lío estas metido... ¡Ay Dios mío!... Luego de pensarlo por unos instantes respondo... –Sra. Carmen... ¡Cuenten conmigo!- De todos modos era lo buscaba... vivir o morir... que Dios diga.
Ella me abraza de nuevo, me agradece, me besa una y otra vez. –¡Gracias... Gracias... Dios lo bendiga! Yo miro al Sr. Simón y le digo... - ¡Mmmmm! me parece que le estoy por “tumbar” a su esposa-. Ambos se echan a reír.
El Sr. Simón me pregunta... -¿Jacques usted tiene alguna experiencia que le sirva para lo que va a enfrentar?
Pusiste el dedo en la llaga... pienso. –Bueno Sr. Yo estuve en la Escuela de Oficiales de la Prefectura Naval Argentina, gané los Torneos Interfuerza de Artes Marciales, practiqué Judo y Sipalki-do (dieciocho técnicas de combate coreano), fui Jefe de Pelotón, Jefe de Ataque a Casamata, Jefe del Pelotón de Demolición, y obviamente fui instruido en el manejo de diversas armas livianas y pesadas. También practiqué Defensa Personal, esgrima de sable y cuttó... digamos que sé defenderme. (todo eso es cierto)
El Sr. Simón alza las cejas, me mira sonríe y asiente con la cabeza, luego dice... –Ahora sí tengo una esperanza-.
(continuará)
LA SEÑORA CARMEN (EL GRINGO) Excelente relato,el gringo demuestra su seguridad y fuerza en cada palabra. ¿Podrá con toda su experiencia,encontrar a Julieta? Pau 2