EL CONCIERTO DE CUARESMA
Con motivo de la Cuaresma hubo un concierto en la Iglesia de la Magdalena. A mí me gusta mucho la música polifónica y lo mismo le pasa a mi tío Antonio. Precisamente fue mi propio tío quien me informó del concierto para que fuésemos juntos. Como él es sordo, nos fuimos pronto para coger sitio en primera fila. Yo andaba un poco acatarrado porque era ese tiempo loco en que lo mismo hace frío que calor.
Antes de comenzar el concierto hubo una presentación del coro, de su director, de las voces más destacadas de tenores y sopranos... la rutina de costumbre. Pero indicó el presentador, con mucha insistencia, que iban grabar un CD del concierto y era muy conveniente que durante las interpretaciones no se oyera ni el más mínimo ruido. Advirtió de modo especial a los que estuvieran acatarrados que no tosieran, que esperaran a que terminara la pieza si es que era muy necesario. A partir de ese momento empezó mi pesadilla.
Comenzó el concierto con el “Ave Verum” de Mozart y tal y como yo me temía me vinieron unas ganas enormes de toser. Aguanté estoicamente. La garganta me picaba cada vez más, yo mantenía la boca cerrada y apretaba los dientes. El coro cantaba maravillosamente pero yo no podía disfrutar de la música, lo único que deseaba era el final de la pieza para toser a gusto. Cuando terminó se oyeron toses por toda la iglesia. Estaba claro que yo no era el único que tenía ese problema. Mi tío me preguntó.
- ¿Qué te ha parecido?
- Muy bonita. -Respondí yo. Pero en realidad no me había enterado de nada.
Así me pasé varias piezas musicales, aguantando y tosiendo al final. Pero como siempre pueden las cosas ser peor, el director nos presentó la obra “Dios mío ¿por qué me has abandonado? Muy oportuna para el tiempo de cuaresma. Inspirada en la guerra de Kosovo. Nos dijo que terminaría en positivo con un solemne Aleluya que recordaba el triunfo de Cristo sobre la muerte. Me temí que se tratase del salmo 21 que es larguísimo y mis temores se confirmaron. Además, el canto era muy repetitivo y las sílabas muy largas: Dios miiiiiiiio, Dios miiiiiiiiiiiiio, pooooooorqueeeeee pooooooor quéeeeeeeee me has abandonaaaaaaaaaado, porqueeeeeeee, porqueeeeeee me has abandonaaaaaaado, Dios miiiiiiiiiiiiio.... Pensé que nunca más volveríamos a salir de aquel lugar. Enseguida me vino el golpe de tos; yo me aguantaba, cerraba la boca apretaba los dientes y el coro seguía con su canto.¿Cuándo llegará ese Aleluya? Eso era lo único que yo deseaba. Sentí que me corrían las lágrimas del esfuerzo que hacía por no toser. Estuve a punto de soltar un golpe de tos y vi que la soprano, una señora gorda y muy seria, me miraba como si supiera mis intenciones. Estaba en primera fila y se iba a notar demasiado. Volví a cerrar la boca. De pronto un tenor cantaba solo, de pronto cantaba la señora gorda. Aquello no iba a terminar nunca. Sólo me consolaba saber lo a gusto que tosería cuando todo terminara. Hubo un momento maravilloso, todo el coro cantaba a todo volumen, fue estupendo aproveché para toser y conseguí un respiro, pero la soprano no me quitaba la vista de encima.
Por fin después de un tormento interminable se oyó el esperado Aleluya. Cuando terminaron empecé a aplaudir emocionado, parecía un sueño. Enseguida siguió cantando la soprano gorda que me miró con una expresión amenazadora. Volvió a sonar el Aleluya, yo no me atreví a aplaudir ni a respirar. Cuando vi que todos aplaudían aproveché para decirle a mi tío:
- Tengo que irme. Creo que necesito toser a mis anchas y no quiero arriesgarme a otra pieza como ésta.
Como estábamos los primeros tuve que abrirme paso entre la gente. Pero por fin salí de aquel lugar de tortura. ¡Qué a gusto tosí en mi casa!. Estuve tosiendo a mis anchas toda la noche. Por supuesto nunca más iré a un concierto cuando tenga tos.