Un determinado día, un grupo de ángeles se sentó al borde del mundo y contemplo lo que quedaba de la tierra. Observaban, comentaban y al mismo tiempo se divertían. Uno de ellos dijo:
-¿Por qué Padre le dio a estos humanos el don del libre albedrío? Ahora mírenlos, están todos confundidos. ¿No saben estos monos parlantes que el Edén es suficiente para todos? Pero esos tontos monos se empeñan imperiosamente en dividir a su misma especie…
Y por largo rato, los ángeles siguieron contemplando a la humanidad, desconcertados y confusos. Un segundo ángel hablo entonces:
-Padre los bendijo con la razón y de esta manera ellos la han usado. Mono matando mono sobre los mismísimos escombros de la tierra. Tontos monos, les dan las manos y ellos las usan para forjar espadas, destinadas a separar a su especie… Justo en dos.
Un tercer ángel, aburrido de lo que venía, comento:
-Tontos monos, Padre les dio el ingenio y ellos lo usan para crear murallas entre sus hermanos. ¿Cómo pueden sobrevivir a sí mismos? Es un gran misterio para mí. Repugnante es la criatura que desperdicia la capacidad de levantar la vista al cielo, y darse cuenta que su tiempo es efímero aquí.
Y así continuaron hasta que las palabras se perdieron en el espacio y el recuerdo de la conversación se extravió por siempre en el olvido.