Si fuera cuestión de confesar, tendría que reconocer que soy culpable. Pero quién hubiera pensado que el destino fuera tan libre del futuro y que ahora este mismo sentimiento nos jugara en contra. Es como una historia sin final.
Si fuera cuestión de olvidar, no sabría como hacer acallar estas voces que de nuevo te traen a mis cuatro paredes. Pero es que ya nada puedo hacer, más que soñar que te alcanzo.
Era inevitable éste desenlace y sin embargo no lo vi venir, o no quise verlo. Ahora sufro por tu dolor. Por saber que nadie más que yo tiene la culpa. Siento impotencia por toda esta situación.
Y me arrepiento por una noche haberte conocido. Por haberte visto a lo lejos y haberme enamorado locamente de vos.
Y te pido perdón por hacer lo imposible para que te fijaras en mí. Por haber hecho que me amaras sabiendo que nos separaba la distancia.
Me arrepiento de haberte dibujado un mundo que no existía, porque te imaginé conmigo y te regalé una fantasía hermosa, pero no me di cuenta que era pasajera. Porque ahora estás allá y yo acá. Y ese recuerdo nos lastima, por una realidad que no puede ser a diario. Jamás hubiera imaginado que pudieras llegar a sufrir tanto.
Perdóname por cada actitud mía que no te gustó y nunca me lo dijiste. Por todos esos besos que te di sin saber que eran una herida que dejaba abierta.
Si fuera cuestión de confesar, tendría que reconocer que soy culpable. Por eso es que entiendo tu enojo y es por eso que me hago cargo de ello. Aunque eso signifique doblegar mi orgullo y dejar de lado para siempre a ese bohemio romántico que una vez existió y que fue tuyo por completo.