3,2,1...acción. El rodaje comenzaba a andar, mientras por otro lado se escuchaba cierta conversación ,de esas que al principio no se entiende si se está hablando de la vida o la televisión. Curiosa puse atención a lo que los dos hombres hablaban:’’...Está bien. Las cosas no están resultando contigo, así que lo que haremos ahora va a ser lo que yo diga ¿ok?. Tú no tienes la inteligencia para llevar la relación que bien mal está por tu culpa. No aportas en lo más mínimo en la casa ,gracias a mi eres lo que eres, gracias a mi trabajo por que el tuyo no nos sirve ni para caernos muertos’’ a lo que el otro contestó:’’tú qué sabes de esfuerzo. Has dependido toda tu vida de tu padre ,eres un flojo que sólo espera recibir el dinero de manera fácil...me impresiona y me asusta el tipo de persona que eres, no sé cómo pude fijarme en ti.’’ El hombre que último hablaba, se paró de manera brusca y entorpecida por lo que su cuerpo cayó lenta y suavemente ,como si supiera donde iba a caer. Yo asustada no alcancé a moverme ni un centímetro cuando me di cuenta que en mi falda él estaba, con la mirada algo perdida, confundido, triste. El otro hombre con el cual estaba hablando no se inmutó, prefirió seguir viendo la película, la cual yo no entendería jamás. Yo levanté cuidadosamente al hombre quien no entendía mas que yo era su salvadora en ese momento. Me miró mientras lo ayudaba, su mano tomó mi cintura como quien saca una flor y, en la confusión, nos besamos. Deben haber sido unos cinco minutos ¡cinco minutos sintiendo lo que el mundo no alcanza a ver!. Fue maravilloso. Sentí por primera vez que significaba cambiar el destino de las personas, darse cuenta que en la vida todo es posible, ¿y esto a causa de qué? de los impulsos que nos movieron en aquel momento. Era emocionante pensar que estaba quebrantando su rutina, que su estilo de vida en aquel minuto estaba temblando del miedo a la inestabilidad ,y su homosexualidad aterrorizada se dejaba llevar.
El quiebre del beso fue brusco. Vi en sus ojos un cierto arrepentimiento, pero yo me adelanté y me senté en el asiento que estaba tras de mi. Nos miramos por última vez y se fue alejando en la oscuridad del cine. Me propuse seguir viendo la película, pues no pude concentrarme. Al lado mío lloraba el hombre con quien estaba discutiendo el que cayó sobre mi. No supe pedirle perdón. Me paré y me fui pensando en las palabras que no fluyeron cuando debieron hacerlo.