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Copas de Vino y Jugos de Fruta

Sonó el celular. Era Martín, me avisó que llegaría más tarde.
Ufa! sabiendo que me molesta esperar sola, me avisa que va a llegar más tarde.
Miré a mí alrededor; la vista del mar con el reflejo de las luces de la rambla me cambió el ánimo. Pedí una tabla de quesos y un Pissano RPF Chardonnay, el vino que más me gusta. Estaba en mi mundo, disfrutando de esa copa de vino, mirando el reflejo en el agua, esa postal increíble de la rambla de Montevideo que sólo pude apreciarse desde Troville.
Una fuerte risotada sacudió mi pensamiento acaparando la atención en la mesa de atrás. No podía darme vuelta para ver quienes eran, pero las oía reír mucho.
Se trataba de cuatro mujeres de edades, gustos y vidas disímiles. No las veía pero podía imaginarlas.

Su conversación me atrapó desde el principio.
Llegó el asistente de mesa para tomar su pedido, dos de ellas pidieron copas de vino y las otras jugos de fruta.
Poco a poco bajaron el tono de su voz, tenía que hacer un esfuerzo mayor para escucharlas, pero no podía resistir la tentación de oír.
Una de ellas con voz más chillona, y una risa muy contagiosa, le pregunto en un tono más serio a la de vos más baja de las cuatro, que era concretamente lo que había pasado; ahí comencé a enterarme de todo.

La que tenía un acento diferente ya no vivía en Montevideo. Al parecer éste era el encuentro después de un año sin verse. Sin embargo su vida no era la más interesante a pesar de vivir en otro país con nuevas vivencias. La atención estaba centrada en un problema de espacios de la más suavecita para hablar, a mi parecer la más joven según su voz y relatos.
Las voy a enumerar así puedo hablar de ellas como si su número fuera su nombre. La amiga 1 la que se fue de Montevideo, la amiga 2 la más joven, que tenía problemas de espacios, la amiga 3 la de voz chillona y risa contagiosa y dejé para último la amiga 4 porque no hablaba nada hasta que lo dijo todo.

Amiga (2) vivía con su novio hacía más de 5 años. Desde un tiempo atrás, se sentía sofocada en un apartamento con un solo dormitorio. Ella entendía que una pareja necesita dos dormitorios para que cada uno tenga su espacio sin tener que estar todo el tiempo juntos viéndose en un espacio reducido. Esto llevo a la pareja a buscar un apartamento más grande con dos dormitorios. Pero esto no fue suficiente para la sofocada (2) que le gustaba dormir tranquila por la mañana y sin ser despertada por su novio para darle los buenos días con el desayuno pronto. Él era quien lavaba la loza, ordenaba la casa, le gustaba cocinar pero principalmente atender a (2) para que ella dedique su tiempo a estudiar y terminar su carrera. (2) trabajaba, estudiaba, era novia de él, cosa que ya era mucho. Tanto que no fue suficiente el espacio de otro dormitorio, y un día le habló. Le explicó que a ella le gustaba dormir hasta la hora 11 y no hasta la hora 7.30, que el desayuno lo prefería en la mesa y no en la cama, que le gustaba más ver la ropa en la silla que en el placard, que el desorden también se veía lindo en un departamento y que no todo en la vida tenía forma y horario. Con todas estas razones (2) pidió a su novio que se llevara sus cosas del apartamento porque realmente no eran suficientes dos dormitorios para dos personas que dormían juntas. Ella necesitaba el apartamento entero para ella sola. El primer día se despertó a la hora 11.30, disfruto de levantarse a preparar el desayuno, compró comida en la panadería, se preparó para ir a trabajar dejando todo en su perfecto desorden, definitivamente era feliz.
Claro, sus razones no eran solo estas, pero a mi fueron las que más me gustaron.

Cuando todas intentaban saber si existía otra persona para comprender un poco más las razones de (2), habló la amiga (4).

(4) comenzó tímida, así me la imaginaba. Fue ella que pregunto si habían jugos naturales, su risa era respetuosa muy seria muy correcta, me la imagino una gran dama, aunque sabía que mucha edad no tenía.
Las razones de (2) a la inversa, eran el motivo de separación de (4). Llevaba más de 10 años junto a su esposo, tenia dos hijas y lejos de necesitar espacio exterior, ella, buscaba un espacio interior. Los reclamos de (4) eran una flor de vez en cuando, una caricia, que lave los platos alguna vez, ojalá el desayuno en la cama, es decir todo lo que odiaba (2), era lo que más anhelaba (4). No esperó más tiempo, habló con sus hijas comunicándoles que los papis se separarían. El esposo, según contaba después de 10 años comenzó a cambiar. Tanto que sorprendió a (4), sintiendo algo o comprendiendo un poco más a (2). Siempre se quejó que su esposo no era capaz de ayudarla en la cocina en un almuerzo familiar. Sin embargo, al conocer la decisión de (4), los intentos por salvar la pareja de su esposo, molestaban a (4). La primera vez que se ofreció a colaborar, la sorpresa fue tal que (4) le dio unas papas para pelar y cortar, pero claro, no quitó su vista y finalmente ella entendió que lo hacía más rápido sola que con él. Y así con todo, si él decía el dormitorio lo arregló yo, (4) iba luego, para verificar si estaba de su agrado, como no era así, lo hacía ella otra vez, así con todo. Si había que vestir a las nenas la ropa no era la adecuada, en fin. Estos motivos se sumaron a los otros llevando a la separación de (4) con su esposo, aunque no me quedo muy claro, porque antes de irse lo llamó para que la pase a buscar.

Hasta el momento, ni la amiga (1) ni la (3) emitían sonido. Igualmente creo, la más sorprendida era la (1). Se había ido, y en un año ella que pensaba tendría la historia para contar por el cambio de vida, nada se comparaba al cambio en las vidas de sus amigas.
Quedo un vació y la amiga (3) comenzó a hablar.
Dije, uy que bajón, otra más que se separó. Pobre (1) lindo reencuentro le tocó. Pero no era así. Los problemas de (3) no estaban en su familia, sino en el trabajo, y la entiendo. (3) trabaja en una oficina pública, y realmente esto es muy estresante. Tanto así, que este año se vio con serias dificultades de salud. Lo extraño que causo el efecto contrario. Lejos de no hacer nada, (3) comenzó a trabajar compulsivamente.

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A esta altura ya no aguantaba más, quería darme vuelta para verlas. Me imaginaba a (2) despeinada con una onda muy loca individualista, a (4) impecable prolija el pelo en su lugar la ropa sin una arruga, a (3) de uñas muy largas y pintadas con la media luna, -empleada pública- y a (1) no mucho, me molestó su acento, no me gusta la gente que se va del país por unos días y vuelve hablando diferente, como me cayó mal no la imaginé.
Por más que quería no podía darme vuelta, era muy obvio que estaba escuchando, si se daban cuenta por ahí bajaban la voz y me quedaba sin conocer las otras historias.
Así que acomodé mi pelo y seguí atenta la historia de (3).
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El trabajo compulsivo en la oficina no era más que una jornada completa de trabajo, claro que para quien esta acostumbrada a no hacer nada, obviamente esto provoca lo que sentía (3). Le cambió el humor, ahora no tenía tiempo, para el café entre amigas y la limadita de uñas después del almuerzo. Saben que, de algún modo la entiendo, esposa, madre de dos hijos, trabaja y estudia ¿en qué tiempo se hace las uñas?.

Mientras seguía escuchando a (3), me puse a pensar en la amiga (1).
Si bien, me cayó mal de entrada, porque me molestó que hablara así, pensaba…

Ella se fue hace un año. Cuando se fue, la despidieron 3 amigas con sus familias.
Se fue en busca de explorar la experiencia de estas tres mujeres que tuvieron una vida en común que ocultaba la diferencia de la realidad actual.
A su regreso, todo era tan diferente, (2) se había separado de su novio, (4) de su esposo, (3) había perdido la paciencia y ella aún no hablaba, creo que prefirió callar. De algún modo agradezco su silencio, no soportaba su acento.






Mientras pensaba todo esto, hice un recorrido por las historias cuando veo a Martín.
Ese segundo rebobiné y analicé las historias de éstas mujeres que estaban a mi espalda.

Amiga (2), ¿quién no querría un novio así?, que haga todo en la casa, prepare el desayuno, no moleste, no hable, ¿no hable? Um, no sé pensándolo bien, muy ordenado para mi gusto. (2) te comprendo

Amiga (4), ¿quién te entiende? Si no hace porque no hace y si hace porque lo hace mal.
En fin creo que eso pasa en la crisis de los 10 años de matrimonio. Ahora, no sé si yo lo soportaría. (4) estoy de acuerdo con vos.

Amiga (3), ¿empleada pública con strees? Me dio risa saberlo. La verdad que el strees esta de moda, lo que no te perdono es la paciencia. El perder tu sentido del humor por el trabajo. Aunque muchas veces me paso, por trabajar en demasía y bajo presión con la responsabilidad de que todo salga bien. (3) te perdono la paciencia.

Amiga (1), ¿cuál sería tu historia de haberte quedado? definitivamente me molesta como dije, la gente que se va y vuelve hablando distinto. Por favor! Como vas a perder tanto tu acento. (1), mejor no hables y pensándolo bien... menos mal que te fuiste.

Después de este segundo, Martín con su mejor sonrisa me abrazó pidiendo disculpas por la demora. Sólo sonreí, seguía pensando en estas cuatro mujeres.
Proyecté mi vida con Martín en las cuatro historias. Por un instante comparé su comportamiento con el novio de (2) y algo en común tenían y yo algo de ella, luego lo comparé con el esposo de (4) y también se le parecía y de cierto modo yo a ella, con la vida de la (3) teníamos algo en común y con la (1), no se no pude escuchar su historia de todos modos no me gustaría irme, creo que es muy dura la vida lejos de tus afectos. No podría vivir sin la rambla, el mercado del puerto, el olor al campo, definitivamente no lo resistiría.

Llegó el asistente de mesa, que con su pregunta interrumpió mi pensamiento preguntó: ¿sirvo otra copa de vino?; no lo dudé, tapé mi copa y sin darme cuenta de un grito, dije:

Por favor, no más vino ni jugos de fruta en esta mesa.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Martina
invitado-Martina 20-06-2005 00:00:00

Ola, Juanita, gostei muito do teu conto, ache de mais. felicito

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