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Cosas de pueblo

~Aquí todos nos conocemos, esto es una verdad, grande como una casa! Pero innegable que al cura del pueblito lo conocemos más aun. Pues a una señora, que se dedica a limpiar la iglesia
de éste , mi pueblo, le pasó algo un poco raro, que primero fue incalificable, después risueño y casi termina en una tragedia!
Una mañana en que ella se encontraba en esas tareas, lavando pisos, limpiando telarañas, sacando tierra acumulada en los brazos de tanto santo inmóvil, entra un muchacho y la llama por su nombre (ya dije que nos conocemos todos), -doña Elena, me puede decir donde encuentro al sacerdote- quiero acristianar al benjamín de la familia que ha nacido hace ya bastante, y un día por una cosa, y otro por otra, vamos atrasando el trámite, y la patrona me dice que ya basta, a la gurisada la bautizamos siempre antes del año, y este ya ha de ir por los tres, si mal no recuerdo- . No se que se ha hecho del señor cura, no lo he visto esta mañana- contesta la Elena, -capaz que duerma todavía es medio haragán para despegarse de las sábanas- pero yo ahí ni entro, lo mío es limpiar la casa del Señor, nada más…-
En eso se abre una puerta y la mujer ya venida a menos con la vista, ve a una mujer, vestido azul, chinelas, despeinada… Y le dice al interesado por el bautizo,- pregúntele a la tía del cura, ella capaz sabe donde hallarlo- éste la mira a “la tía” y descubre al mismo cura que en bata se levantaba de la cama. Bueno la Elena se ahogaba de la risa, el cura también se rió un poco ante la confusión…Aunque mucha, mucha gracia, no le causó… Desaparecieron ambos, cura y papa del niño en cuestión hacia la sacristía a tomar datos y acordar fecha para la ocasión…
Cuando una empieza el día torcido, lo sigue torcido, la mujer termina la limpieza, y acomoda las vituallas que estaba usando en el lugar acostumbrado. Toma el balde que utiliza para el lavado de pisos, el agua negra como la sotana que suele usar el cura, con fuerza lo arroja hacia el patio, justo, justo… cuando éste cruzaba el mismo, después de saludar al feligrés.
El alarido que pegó el cura en pleno invierno, recién levantado de la cama por causa (según él) de un resfriado, se escuchó en todo el pueblo, la Elena disparó como alma que se la lleva el innombrable, y todo (o casi todo) el pueblo se apareció para ver que pasaba en la iglesia, vieron al cura enfurecido, todo mojado, en bata, sucio, sin anteojos porque se le habían volado con el chubasco.
Y adivinen si le creyeron lo que pasó??????
 

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