...Despues de tantos años, años que les parecieron siglos entre esas cuatro paredes acolchonadas...
Golpes, inyecciones, electroshock, bestias... asi eran vistos, solo como bestias, como pedazos de carne con mirada feroz.
Pero la locura algunas veces viene vestida de ingenio y asi fue que lograron escapar de su segundo hogar, dejando detrás charcos de carmín y cuellos desgarrados a dentelladas.
Huyeron dando alaridos por la noche, enloquecidos, aullandole a la luna que alumbraba generosamente los bosques.
Se internaron mas y mas, cada vez mas pronfundo en la maleza y en sus mentes.
Alucinaron a sus padres, a los guardias de la prision blanca, a sus victimas y hasta así mismos... y no lograron ver nada, al menos nada mas alla de sus cuencas vacías; perdidos en la fantasia paralela y distorcionante de su propia realidad.
Agitados, embravecidos y sedientos de sangre se alimentaron de sus recuerdos, hasta que estos se agotaron y necesitaron encontrar nuevas victimas, porque en alguien debían descargar su furia, sus carencias y su dolor.
Una tarde, mientras masticaban puñados de insectos encontraron a los margenes del bosque un pequeño pueblo. Extasiados, se miraron, pero nunca más a los ojos, ya que sus mentes volvian a nublarse y las "ordenes" aparecían una y otra vez, obligandoles a rendirle culto y obedecer a sus muertos.
Vieron jugando a un grupo de niños y esperaron, detras de la maleza a que estos se aproximaran un poco más...
Y los inocentes, en medio de sus juegos se acercaron lentamente, casi al contacto de las "Crias", pero sin verlos...
Así fue que desaparecieron otra vez y se internaron en el bosque, cerca de la cueva en donde se ocultaban para celebrar su gran banquete.
Los horrores de esa noche son inenarrables, pero los gritos de los inocentes alertaron a la gente, aunque ya demasiado tarde.
Por la mañana, con la desesperación de los padres rastrillaron la zona y alli los encontraron.
Eran solo jirónes de carne y huesos. Sus ropas se hallaban destrozadas en la puerta de la cueva.
Miraron en su interior y encontraron dibujos en las paredes rocosas, dibujos hechos con sangre, en donde las moscas no dejaban de zumbar.
Los atraparon mientras dormían y los arrastraron por el bosque, no sin darle la golpiza a la que estaban tristemente acostumbrados.
En el pueblo prepararon las sogas y la tarima en donde serian ahorcados a la vista de todos.
El llanto por los niños era generalizado, y los recuerdos frescos de aquella noche los mantenían satisfechos despúes de tanto tiempo de hambre y sed.
Alli los pararon, a la vista de todos, y los ojos desorbitados de las crias parecieron brillar mas que nunca. Estaban en un extasis febril, pues su mayor deseo era ser devorados, y pronto lo serían por los animales carroñeros...
Tardaron en entregarse a la muerte, ya que gozaban en extremo su situación, siendo observados tanto por los vivos, como por sus muertos...
Los dos cuentos son magnificos. Es sorprendente la creatividad y el ingenio de tu prosa. Espero continuar leyendo mas obras vuestras.