Para Lébana que hizo que volviéramos a creer en las hadas y descubrió todas las posibilidades de Críspula.
(Magnapia, una bruja malvada con una enorme nariz ha entrado en casa de Isa y sus hijos con sus dos ayudantes, veamos que sucede:)
MAGNAPIA.- Vamos hay que darse prisa, que tenemos mucho trabajo. Y no hagáis ruido hasta que termine el conjuro del sueño profundo, no vaya que se despierten. Carra patosa, gorri gorri posa, mara marasma, marro marrón, que todo quisqui duerma como un lirón. (Mueve su horrorosa varita haciendo una especie de baile.)
PERVER.- Qué bien jefa, lo haces todo tan bonito que resulta emocionante venir a destruir a los niños.
MAGNAPIA.- Imbécil, te he dicho que no vamos a destruir nada. Se trata sólo de hacer un pequeño cambio. Ja JA JAJA.
MALEVOL.- Es que Perver nunca se entera de las instrucciones que nos das. Se pasa el tiempo leyendo esas estúpidas revistas de vampiros.
TENEBRO.- Por lo visto hay alguna vampiresa por ahí que viene a visitarlo.
MAGNAPIA.- ¿Queréis callaros de una vez? ¿Es que no comprendéis la trascendencia de lo que hoy estamos haciendo? A partir de mañana el mundo ya no será lo mismo. Venga cada uno a su puesto. (Se mueven por toda la casa y ponen varias posturas hasta que lleguan a la que consideran adecuada.) Levantad las varitas. Primero tú Tenebro. Di las palabras mágicas.
TENEBRO.- (Vacilante) Carra … patosa…
MAGNAPIA.- No, imbécil, ese ya lo he dicho yo. Tienes que decir el otro, el de los libros.
MALEVOL.- Ya sabía yo que se equivocaría.
TENEBRO.- ¡Ah, sí! Pues hazlo tú, listo.
MAGNAPIA.- ¡No empecéis! Y tú vuelve a intentarlo. Recuerda pervertio, pervertionis…
TENEBRO.- Pervertio pervertionis, maléfico plan, los libros cambiarán.
MAGNAPIA.- Ahora te toca a ti Perver.
PERVER.- Pram parapam leche y pestiños, esto será para los niños.
MAGNAPIA.- Muy bien, te vas mejorando mucho. Pronto harás cosas terribles por tu cuenta.
TENEBRO.- Lo que hace el amor vampírico.
PERVER.- Pues no es por eso.
MAGNAPIA.- ¿Queréis dejar ya eso? Vamos ahora tú Malevol.
MALEVOL.- Es que no me acuerdo.
TENEBRO.- Anda, míralo, el que se reía de mí… ¡Cabeza de chorlito!
MAGNAPIA.- Si no fuera porque te necesito te hacía ahora mismo un hechizo freidor.
MALEVOL.- No, Magnapia, un freidor no, que la última vez lo pasé muy mal. Ya me estoy empezando a acordar. Buscar, hallar, tener, perder… esto…
MAGNAPIA.- Vamos, termina de una vez.
MALEVOL.- …será lo que van a aprender. Ya lo dije. ¡Uf!.
MAGNAPIA.- Menos mal. Ahora yo daré el último toque. Codex. (Realiza extraños movimientos, pone cara de estar haciendo algo muy difícil, los otros tres la miran con mucho interés y siguen con cara de bobos todos sus movimientos.) Ya está todo. Podemos marcharnos. ¡Qué sorpresa se llevarán cuando se levanten mañana! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
(Todos ríen con esa risa típica de los malvados mientras salen de la casa.
Amanece, suena el despertador y enseguida vemos aparecer a ISA en camisón de dormir. Se despereza, entra en otra habitación vuelve a salir, se trata de demostrar que acaba de levantarse, se asea y empieza a preparar el desayuno, luego va a llamar a los niños. ANTONIO y JUAN. Los dos salen de sus dormitorios con cara de sueño, entre los tres ponen la mesa y empiezan a tomarse el desayuno, así empiezan a estar vivos)
ANTONIO.- Podrías dejarnos dormir más tiempo, ya tendremos que madrugar cuando empecemos a ir otra vez al colegio.
ISA.- No seas tan dormilón, Antonio, sabes muy bien que hoy tenemos muchas cosas que hacer. Me prometisteis ayudarme a ordenar la habitación de los trastos.
JUAN.- Es verdad. Además a mí me gusta mucho levantarme temprano cuando estamos de vacaciones, porque así tengo más tiempo para no hacer nada.
ANTONIO.- Pues a mí me gusta más dormir hasta que ya no aguanto más en la cama. Encima tenía un sueño muy bonito cuando has venido a despertarme.
JUAN.- Pues yo, cuando tengo un sueño bonito y me despierto luego sueño con la segunda parte.
ANTONIO.- Porque tú eres tonto.
ISA.- Antonio, te tengo dicho que no le llames tonto a tu hermano Juan.
JUAN.- Déjalo, mamá, a mí me da igual. Lo que le pasa es que le da envidia porque él no sabe continuar con los sueños bonitos.
ISA.- Os tengo que dar una buena noticia.
ANTONIO.- Menos mal, por fin vamos a oír algo que nos guste.
JUAN.- ¿De qué se trata, mamá?
ISA.- Hoy nos ayudará Críspula con su magia a poner en orden la habitación de los trastos. Por eso quería que estuvierais bien despiertos para cuando ella llegue.
JUAN.- Será estupendo. Críspula es la famosa bruja que se convirtió en hada gracias a las palabras amables de los niños. Siempre está ayudando a todo el que la necesita. ¿Me puedo leer un cuento para después contárselo.
ANTONIO.- Yo también quiero contarle un cuento a Críspula.
ISA.- Está bien, pero antes ayudarme a recoger la mesa.
(Recogen la mesa, Juan entusiasmado y Antonio un tanto desganado. Después buscan un cuento; cada uno se pone a leerlo con una postura original: Juan tumbado en el suelo con las piernas hacia arriba, Antonio sentado boca abajo en el sillón.)
ANTONIO.- Yo voy a leer éste del pequeño vampiro.
JUAN.- Pues yo me voy a leer este de una pandilla de amigos.
(Sus caras demuestran que no les gusta mucho lo que están leyendo.)
JUAN.- ¿Qué ha pasado aquí? Este cuento ya no es como antes. Ahora en lugar de hacer que los niños sean buenos está contando una historia de niños muy gamberros, hasta dice que así es como mejor se lo pasan. Parece como si el libro pretendiera que nosotros también seamos así.
ANTONIO.- En mi cuento sucede lo mismo. Todo está cambiado. Los que se supone que son los buenos dicen palabrotas y hacen solamente cosas malas. Este libro es un mal ejemplo.
(Llaman a la puerta)
ISA.- Debe ser Críspula. Ya ha llegado.
JUAN.- Y ahora ¿Qué vamos a hacer?
ANTONIO.- No podemos contarle estos cuentos tan horribles.
ISA.- (Abre la puerta y saluda a Críspula, es un hada radiante, hermosa, alegre y muy dicharachera.) ¡Críspula! ¡Qué bueno que estés aquí! ¡Cuántas ganas teníamos de verte con nosotros!
CRÍSPULA.- Yo también estoy encantada. Tú eres Isa, no me imaginaba que serías tan joven y tan guapa. Estoy encantada de haber venido.
(Los niños van muy contentos a saludar a Críspula)
JUAN.- ¡Críspula! ¡Qué contento estoy de que hayas venido!
CRÍSPULA.- Yo también, además sabes que te estoy muy agradecida por tu apoyo y tus palabras amables. Tú eres Juan ¿Verdad?
ANTONIO.- ¡Eh! Que yo también dije palabras amables y pensé cosas buenas de ti.
CRÍSPULA.- Ah, claro que sí. Tú eres Antonio. También me acuerdo de ti.
JUAN.- Te íbamos a contar un cuento pero ya no podemos. Ha pasado algo extraño.
CRÍSPULA.- Pues contarme lo que sucede. Ningún problema es grande para un hada como yo.
ANTONIO.- Los cuentos han cambiado y cuentan historias malvadas.
JUAN.- Sí, son cuentos que nos quieren dejar un mal ejemplo, para que digamos palabrotas y no vayamos al colegio…
ANTONIO.- Nos enseñan a triunfar haciendo trampas, a decir mentiras y a reñir con los amigos.
ISA.- Bueno, tranquilos. Seguro que Críspula sabe cómo resolver el problema.
CRÍSPULA.- Por supuesto que sí. Lo que sucede es que vuestros cuentos han sido hechizados por alguna bruja con perversas intenciones.
JUAN.- ¿Eso significa que una bruja ha entrado en esta casa?
CRÍSPULA.- Sí.
ANTONIO.- ¡Qué miedo! Menos mal que sólo ha hechizado los libros.
CRÍSPULA.- Pero el hechizo podría tener terribles consecuencias. Imaginaros si los niños se dejan guiar por el mal ejemplo de estos cuentos. Será terrible, surgirá una generación de hombres violentos, mentirosos, incultos… una generación malvada que destruirá el mundo.
ISA.- Eso es algo terrible. ¿Qué vamos a hacer? Dinos, Críspula. ¿Cómo podemos solucionarlo?
CRÍSPULA.- Con mi magia, por supuesto. Gracias a Dios os habéis dado cuenta antes de que sea demasiado tarde. Ahora haré un conjuro y conseguiré deshacer el hechizo.
JUAN.- ¡Qué emocionante! Vamos a ver cómo Críspula hace magia.
ANTONIO.- Yo tengo un poco de miedo.
CRÍSPULA.- No hay nada que temer. Vais a ver que fácil es para Críspula resolver un problema. Guardad silencio, mucha concentración. Diré las palabras mágicas. Vola volando, voltea volteando, todo volverá. Libros escuchadme, seréis como siempre buenos maestros para los niños. Seguid en silencio, quietos, ahora tengo que dar un pase con mi varita. Así.
(Aparece un mensaje del estilo de los mensajes del ordenador dice lo siguiente: Introduzca la clave descodificadora; debajo dice: ¿Olvidó su clave? Pulse aquí.)
¡Maldita sea! Perdón, es que me he enfadado conmigo misma. Este hechizo está codificado. Seguro que ha sido obra de Magnapia. Últimamente le ha dado por hacer hechizos codificados pero como es tan tonta deja siempre una posibilidad para recordar la contraseña. Sólo tenemos que pulsar aquí.
JUAN.- Pero podrás deshacer el hechizo, ¿verdad?
CRÍSPULA.- Tranquilo esto va a ser tan sencillo como pulsar aquí.
(Pulsa con la varita en el lugar señalado y aparece otro mensaje: Una reina grande que mora cerca del Nilo lo guarda en algo redondo para su dedo.)
CRÍSPULA.- Ya tenemos aquí la pista.
ANTONIO.- Pero ¿Qué significa eso?
ISA.- Debe ser un mensaje en clave.
CRÍSPULA.- Sí, pero con un poco de cabeza lo conseguiremos averiguar. A ver ¿En dónde está el Nilo?
JUAN.- En Egipto.
CRÍSPULA.- Entonces ya sabemos que la reina que dice vive en Egipto.
ANTONIO.- Pero si en Egipto no hay ninguna reina.
CRÍSPULA.- Porque debe ser una reina de la antigüedad. Una reina grande.
JUAN.- ¡Cleopatra!
CRÍSPULA.- Ya sabemos que la clave la tiene Cleopatra.
ISA.- Pero la tiene en algo redondo para el dedo. Eso debe ser un anillo.
CRÍSPULA.- Por lo tanto, queridos niños tengo algo importante que hacer. Viajaré por el tiempo para encontrar el anillo de Cleopatra y conseguir la clave para descodificar el hechizo.
JUAN.- Pues yo voy contigo.
CRÍSPULA.- Ni pensarlo. Esto es muy peligroso para ti. Antonio, convence a tu hermano para que no venga.
ANTONIO.- No puedo, porque yo también quiero ir contigo.
CRÍSPULA.- ¿Estáis locos? ¿Qué dices Isa?
ISA.- No quiero que vayas sola y yo sé que si van contigo no les pasará nada. Así que los dejo en tus manos. Ya me contaréis las aventuras que vais a vivir.
CRÍSPULA.- Me dejas de una pieza. Entonces venid aquí. Hacemos con la varita un círculo así, no os mováis que tenemos que quedar todos dentro del círculo. Y ahora los pases mágicos y digo: tempo temporum, barra barrorum, iremos a Egipto a ver a Cleopatra.
CONTINUARÁ
Espero con impaciencia su aventura en Egipto. Gracias por dedicarme el cuento. Qué las hadas te inspiren cuando Críspula visite las pirámides.