Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Románticos

Crueldad

Marló era de familia noble, hija única.
Le gustaba dar sus paseos a caballo como buena amazona que era. Un día su caballo se desvocó,creyó morir, no podía dominarlo, el animal, al saltar una valla la despidió, perdió el conocimiento.
Un joven que vio lo que pasaba, fue a auxiliarla, estuvo con ella hasta que se reanimó.
Se hicieron tan amigos que todas las mañanas iba para verla pasar, ella le sonreía, así día tras día
dándose cuenta que ya no podían pasar uno sin el otro. Pero existía un problema, Alejandro pertenecía a una familia de clase humilde.
Sabía que sus padres jamás lo aceptarían, siguieron viéndose en secreto.
La madre lo descubrió, era demasiado tarde,
Marló esperaba un hijo.
La apartó de su amor llevándosela a otra ciudad.
Ya no supo más de Alejandro.
Nació una niña, nadie tenía que saberlo, para sus padres aquello era una deshonra, a pesar de los ruegos de Marló para quedarse con su hija, se opusieron totalmente.
Tuvo que ceder antes la presión de ellos.
Esa mísma noche la abandonaron en un portal de una familia sin hijos. Antes de llevarse a la niña, Marló le puso un dige con una cadenita y un rizo suyo. Todos los días Dña Petra acudía a su misa diaría vio una capacita, algo se movía dentro, cual sería su sorpresa cuando vio a la recién nacida. Pensó como existían personas que hicieran tales cosas. La estrechó en sus brazos para darle calor, una niña tan bella y abandonada.
Enseguida la adoptó. Constancia crecía, no se quitaba del cuello lo que para ella era su identidad.
Siendo muy joven un día que salió a pasear con sus amigas perdio el dige, por mucho que lo buscó, no lo encontró, sintió una pena enorme, nunca se había desprendido de él.
Pasaron varios años, ya era toda una mujer, conoció a Marcial y se casó.
El marido se la llevó de viaje, todas las tardes salían a pasear, Marcial sabía que le gustaba contemplar el mar, allí se sentía plenamente feliz
se olvidaba de su pasado.
Al regreso pasaron por una calle donde se podían apreciar tiendas con todas clases de objetos.
Constancia se paraba a contemplarlos, le gustaba mucho las antigüedades y mira por donde encontró una tienda, se paró en el escaparate, cual sería su asombro, allí estaba su dige, lo hubiera reconocido entre mil.
Lo compró por un gran precio, pero no le mportaba, le tenía bastante cariño, se lo puso y no se lo quitó jamás de su pecho.
Supo que su madre cuando ella nació, ingresó en un convento, entró en tan gran melancolía que enfermó
muriendo poco después.
Constancia conservó el dige como un tesoro, había pertenecido a su madre. Renunció a la fortuna de su madre, no quiso saber nada de sus abuelos arruinaron la vida de lo que ella más quería y eso no lo perdonó nunca. Su única familia fue la que la adoptó queriéndola como a una hija, dándole todo el amor que necesitaba. Ahora era plenamente feliz, nacioron dos hijos de su matrimonio que fue la alegría de su vida.
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.15
  • Votos: 91
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3421
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.129.63.252

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.638
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.509
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 55.582.033