Cuando el ocaso de la vida se acerca lentamente, sin ruido, lleno de silencio, envolvente como niebla densa de un amanecer de invierno, y te das cuenta de su presencia debido a los pensamientos en que estás inmerso y vez con nostalgia como acuden a ti recuerdos de momentos vividos y disfrutados plenamente, seguramente quieres revivirlos, sentirlos, volviendo a ellos para soñarlos y así, situarte nuevamente en el pasado.
Pero como cambia el panorama cuando ese silencio lo rompe la sonrisa tierna de alguno de tus nietos que con su inocencia de niño se acerca a ti para platicar un poco, y te pide con emoción que le cuentes algo de tu vida; en esos momentos tu corazón se ensancha, se llena de alegría y vuelves a vivir aquellos viejos tiempos llenos de recuerdos, con un gusto enorme, sin tristezas, sin nostalgias, sin problemas de memoria.
Abuelito, cuéntame otra vez, ese cuento tan bonito. . , de tus juegos, de las plazas, de tu barrio, de las calles. . , de tus amigos, de las risas, los recuerdos, de los sueños, de tu paseos, de tus tardes, de tus mañanas, de todo lo bello de tu vida.
Abuelito; cuéntame otra vez, de la forma en que creciste. La alegría de tus andares, las canciones que escuchaste. Cuenta de nuevo ese cuento que te trae tantos recuerdos. Cuenta de nuevo ese cuento. . , que te atrapa por momentos.
-Allí es cuando la vida toma su cause y tu alma dentro de ella.
Anda, abuelito; cuéntame de nuevo esos secretos que guardas; de cómo las flores siguen naciendo, y de cómo tras el verano llega el invierno. Cuenta de nuevo la historia, en donde fuiste creciendo. Cuéntame otra vez, qué te mantiene tan vivo. Cuéntame aquellas historias construidas entre amigos. Cuéntame aquella aventura, que casi te lleva al cielo, cuéntame, cuéntame, cuéntame. . , que volver a vivirla quiero.
Cuéntame, abuelito; otra vez, de aquel patio de tu escuela. De las tortas, de los tacos, de las jícamas con salsa. De los encuentros a solas, de los rincones secretos. De los bailes, los encantos, de los besos, los abrazos. De las risas, de las charlas, de los libros y trabajos.
De esa carta tan sincera, de esa amiga enamorada. De las trampas, los excesos. . , de grandiosas escapadas. De los 70´s, de los 80´s, de las pruebas y copiadas. Del dolor de los amigos, de las grandes carcajadas. Del equipo, de las porras, de esa vida apasionada.
Abuelito; cuéntame otra vez, del polvo de aquellos suelos. Del viento, de aquella brisa, de montañas, de tus vuelos. Quiero volver a escuchar, de aquellos grandes momentos.
Cuéntame otra vez, ¿cómo creciste tan pronto? ¿Y cómo fue que pasó, que volaste en otros cielos?
Cuéntame abuelo; otra vez, de tus grandes alegrías. De tristezas, de derrotas, de tus noches, de tus días.
De aquella tu enamorada, de aquella novia querida. De cuando se convirtió en tu esposa, que viene siendo mi abuela y que era muy hermosa. Del recuerdo apasionado, sus abrazos y sus besos. De tus sueños sin descanso, de tus jornadas pesadas.
De tus dudas, de tus miedos, de tus viajes y llegadas. De tus secretos del alma, de la vida que pasó y del tiempo que escapaba. De lo que nunca ocurrió y en tu alma se grababa.
Anda mi querido abuelo; cuéntame otra vez, ese cuento tan bonito. Cuando te viste ya un hombre y reencontraste a tus amigos. Cuando recrearon los sueños y revivieron con gozo mil hazañas, sorprendidos. Cuando reían de lo bueno y aquello que fue grandioso. Cuando se dieron la mano, se fundieron en abrazos como lo hacen los amigos.
Cuéntame abuelo otra vez; ese cuento tan bonito. Cuéntamelo otra vez, que quiero escucharlo siempre. De tus días de juventud, cuando jugabas pelota y practicabas futbol.
Abuelito; cuéntame otra vez, ese cuento tan bonito. Cuéntamelo siempre, para que no se me olvide y así contarlo a mis hijos, y sepan quien es mi abuelo Rogelio