Había una vez un bello país donde vivían, en absoluta paz y armonía, varias etnias independientes.
Pero un año, esta paz se vio truncada cuando un grupo de extranjeros, con costumbres perversas y enfermizas, llegó al país.
Poco a poco, como el Flautista de Hamelin hiciera con las ratas, los forasteros fueron dominando a las gentes con sus malas artes, transformando radicalmente sus modos de vida y su mundo.
Mientras tanto, los pocos que resistieron formaron una alianza para derrotar al enemigo invasor al tiempo que comenzaban a pensar que, como éste había venido de fuera, quizás también vendría de fuera alguien que les ayudara a ganar la guerra. Un Mesías.