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Cuestión de principios

 

Esta bien, ya se, yo tengo mis años y lo reconozco.
Pero también tengo mi dignidad, que caray!.

Y pensándolo bien, tampoco soy tan vieja, no son tantos años, tal vez estoy un tanto descuidada, sí es cierto, pero es porque estoy todo el día de aquí para allá.

Al final parezco la preferida de todos, no se si es un honor y un halago, o debo reconocer que soy la más estúpida, porque solo piensan en mi cuando me necesitan.

No, no me estoy quejando.
Sólo es que tengo un poco de orgullo , o es que vos no lo tenés.
Tengo un nombre no, no soy una cualquiera, soy de cierto linaje.
No se si te conté que soy italiana, si me parece que de Milán, la ciudad de los mejores creadores, hermosos hoteles, bellísimos restaurantes, en fin, una ciudad y un pueblo con un gusto exquisito.

Por eso te digo que me molesta, llegó un punto que dije basta.
Se termino, estoy arta que me sigan usando así.
Te preguntarás que fue lo que me sacó, no?

Bueno sí, es cierto, fue ayer a la tarde. Hasta entonces todo había estado bien, si hasta vino Celia y me trato bien, me ayudo con mi apariencia, tiene una mano barbara, diría que me rejuveneció un montón, pero... Fue después.

No, los chicos no, no fueron ellos.
Son niños aún, y sólo se la pasan jugando, se suben, se bajan, me tiran cosas, me usan de caballito, pero tienen tanta ternura, y eso te lo hacen sentir. Y en el fondo yo los quiero mucho, los siento felices y a mi también me hace bien compartir sus juegos.

No, tampoco fue Lucrecia, si, vino con un montón de amigas a charlar y comer, usaron el comedor y vos viste como son, se sientan sobre los pies, se tiran sobre los muebles, se divierten y no cuidan nada, pero te transmiten alegria y juventud, si apenas tienen 20 años, que podés pedirles, que no disfruten la vida. No, ellos tampoco me hacen sufrir, son muchos años, los he visto crecer y escuchar tantas vivencias.

Fue despues.
Eran como las siete, cuando se fueron las chicas, me dejaron descansar un poco, todo parecía perfecto, vino José, se sirvió un cognac, puso música de Bach –que a mi me enloquece, me hace vibrar en todas mis fibras-, se puso cómodo, se sentó y disfrute con él ese instante. Son los momentos que encuentro más placenteros.

Pero cuando todo estaba fantástico, tocaron el timbre y vino la tía Josefina, vos sabes que la detesto, la culpa seguro fue de José, pero creo que no se dio cuenta, la hizo pasar al comedor y la invitó a sentarse, y yo ya me la veía venir.
Cuando me di cuenta, ya era tarde, te juro que casi me mató, es una bestia.
Yo tengo alma también, quiero vivir feliz, creo que tengo tanto derecho como cualquier manifestación de Dios. No pido mucho, no?

Y si, vos viste como es Jesefina, no no digo que tiene un carácter malhumorado y que habla hasta por los codos, no eso no me molesta. Pero su humanidad, viste no, son ciento cincuenta kilos, y sin más se me tiró encima la gorda, y sin siquiera avisar.
Miramé si te miento.

Sí, estoy enojada, que te crees, en fin, ... soy una thonne original.

* a mi querida y desvensijada silla –por culpa de la gorda-.

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