José Pérez corría como a lechón de a peso tras arrebatarle el auto a un jovencito de dieciséis años. La fábrica había cerrado, José Pérez se había quedado sin trabajo. José vendió su carro sin hacer el correspondiente traspaso. Y ahora ese tipo no quería pagarlo...El "carkjacking" fue consumado. La policía lo persiguió por toda la 129 de Arecibo a Lares hasta lograr arrestarlo. José se apeó del carro. Los curiosos le hicieron corillo.. A José se le puso la cosa jodona, la piña agria, y sobretodo, los huevos a peseta. A José se le enchurretearon los ojos, sus panas lo habían dejado solo. Ya no tiraría ni una canita al aire hoy, sí hoy, que pensaba visitar su chillita. Como el que no quiere la cosa, José se desplomó al suelo. Se meó pero no de la risa ni de pavera... Un hilo de sangre intransigente salió de su curso para tomar el nuevo curso a las ventas del infierno. De modo que Dios le dijo a José: " Es hora de enganchar los tennis" o lo que es lo mismo.... de estirar la pata.