Ulises tenía un gran talento disociativo. Un tercio de su vida lo había pasado a lo Woody Allen en el diván del psiquiatra. Acostumbrado a las sonrisas precisas de su media naranja ya le parecía verlo merodear en el acostumbrado encierro.. Fue peor convertirse en Houdini dentro del baúl de su propio automóvil. Ësta vez lo mandó a secuestrar por tercera vez la misma semana. ¡Caramba! Sus pequeños, inquietos y cobardes ojos se morían de palizas y gritos propinados por Miguel cuando llegaba borracho. Solo Altea comprendía su angustia. (Porque sus hijas eran descaradas y necias y no entendían que tenía que procurarles su alimento)
Lo encontraron atrapado sobre un hormiguero. Encadenado y sin mucho talento dramático. Ahora tendría que explicarlo. Presentarse ante un noticiero. Todo el mundo entendería la maldad del novio zafio... Ah... ese tormento infinito... homenaje a Verlaine y Rimbaud.
Volver otra vez a casa. A mi esposa. A mis cinco hijos. Porque hoy tengo muchas ganas de hacer confidencias...yo, que soy de naturaleza reservada.