Frío, mucho frío. ¿Como he llegado hasta aquí? Paisaje otoñal de pintura al óleo, nogales despeinados, hayas desnudas, gorriones huyendo de un viento que lleva prisa. Un sendero de guijarros con una alfombra de hojas secas. ¿Que hago aquí? Pero tampoco tengo mejor que hacer que buscar una salida. Quizás sea sólo un sueño, tan raro como el resto. Pero tengo la sensación de estar despierto, pero... ¿que es la realidad?. Mi vida sería un sueño si al final despertara.
Sigo el sendero, tan callado como el miedo me deja, sudor a temperatura ambiente, es decir frío. El silencio más el crujir de las horas muertas. A medida que el sol cae para morir por hoy, el miedo se convierte en pavor, y el pavor en pánico. Y el día cada vez más gris fúnebre, y no veo más que guijarros y árboles caducos desvistiéndose. De pronto y de la nada, como si de un espejismo real se tratase, veo agua, como un lago, o una laguna, o un pantano, qué se yo, nunca atendí en clase. Un cartel, por lo menos a leer llego. Laguna Estingia. Más sudor y más pánico. Agua que recuerda a muerte. Llamé al valor y este llamó a la locura. Me descalcé, iba a cruzarlo, diga el pánico lo que quiera decir. Último suspiro y empiezo a caminar.¡Floto! Estoy caminando por encima de las aguas, como si fuera el hijo de un dios famoso. ¡Ya está! debe ser un sueño. Tanta irrealidad en tan poco tiempo no es posible. Sigo caminando por la laguna del mismo modo que caminaba por el sendero. Saludo a San pedro allá a lo lejos, a las puertas del cielo. Otro signo que huele a muerte. Caronte adelantándome en su barca y la luz de libre puesta. Y es ahí cuando el pánico se vuelve extremo. Ya no es sólo sudor, también lágrimas desesperadas ahuyentando al espanto.
Abro los ojos, suspiro, era un sueño, ya lo decía yo. Espera. Esta no es mi habitación, demasiado blanco. Una botella de suero, tubos y agujas. Un hospital. ¿Que hago aquí? Dolor de cabeza, cefalea fuerte, cierro los ojos. Imágenes, una botella de Cacique y varias latas de cocacola, pastillas de color rosa, agua del grifo, talco, tarjetas de crédito. Un coche, una curva, unas luces y todo negro, hasta ahora. Abro los ojos ¿A quien tengo que rezar para agradecer la vida? Locuras las mínimas. ¿Habrá que abrazar la muerte y saludar a San Pedro para darse cuenta de lo que quiero la vida?