Si me preguntasen donde las personas se abren verdaderamente de corazón diría que eso solo ocurre en las despedidas. Como en un pequeño instante pueden llegar a decirse las cosas más hermosas que habitualmente uno no dice a la persona amada o a un buen amigo al que posiblemente jamás se vuelva a ver... Las despedidas son momentos en que el corazón te da un vuelco y sientes una presión en el pecho como si todo tu interior estuviese a punto de explotar. Solo hay silencio.. estáis tu, tu corazón y la persona a quien diriges tu mirada, lo demás no importa, el momento de decir adiós se acerca y todo surge espontáneamente.
Pienso que siempre los aeropuertos me han llenado de mucha tristeza pues están cargados por las penas de las despedidas que allí se acumulan, gente que marcha, sin billete de vuelta, llevándose un rastro de vida tras de si.
Como si se tratase de una película, una vez me vi despidiéndome en el avión en el que huía una persona que jamás iba a volver. Dolida y rota prometí no dejar marchar a nadie más, una promesa que se pierde como tantas otras, como la de retirarme a tiempo antes de caer prendida de los sentimientos más dulces que un ser humano puede llegar a vivir, como la de no dejarlo ir sin antes prometer que no me olvidaría, como la de levantarme cada día sobreviviendo a un amanecer sin tenerlo cerca, como no sentir el tacto de sus manos y el calor de su piel, como...
Tras la despedida llegan las cartas puntualmente en donde te escribo desde la distancia, contándote que siempre estás en mi mente, se que estás lejos y no te veré en algún tiempo, pero te cuento que es mentira que la distancia me hace olvidarte,
es también mentira el dicho ojos que no ven corazón que no siente,
porque yo no te veo y cada día te quiero mas, quizás en otra vida hice algo
malo y ahora estoy pagando esta condena de no tenerte en mis brazos
hoy, pero tendré mi libertad dentro de unos meses y cuando vea la luz, será cuando
te mire a los ojos y diga, aquí estoy para estar siempre. Cuento mis días en esta condena
de no estar contigo, pero he aprendido una cosa muy importante y es que
a pesar de la distancia que nos separa cada día te amo mas.
Yo no era tan dulce como la protagonista de aquella película, creo que se llamaba Casablanca, ni él era tan duro como lo sería cualquier galán de ensueño... Así que el final de aquella despedida quizá no fuera como el de Casablanca, con su niebla y un beso antes de ver como gira sobre sus talones y se pierde en el pasillo, hacia el gran pájaro blanco, que levantará su vuelo llevándose un cacho de alma que me arrancaron, el mismo día en que me dijiste que te marchabas para no volver. Quizá la niebla se disipe y deje ver el final del aeropuerto mientras que el sol vuelve a brillar mientras las lágrimas salpican mis mejillas.
ES TODA UNA REALIDAD EXPRESADA CON TODO SENTIMIENTO, SENCILLAMENTE ESPECTACULAR!!!