Philip Andrews nació el 26 de febrero de 1902 en Edinburgo(Escocia). Hijo de una familia acomodada poseedora de una pequeña fábrica textil, cuando tenía diez años su padre delegó el mando de la fábrica en el subdirector y, haciendo las maletas, fueron a Southampton para tomar un barco que partía hacia América.
Ese navío se llamaba Titanic.
Después del trágico hundimiento, del que sólo sobrevivieron Philip y su madre, regresaron a Escocia. Nada más llegar, la mujer quiso retomar el mando de la fábrica, pero descubrió que ésta había ido a la quiebra.
Para salir adelante, tuvo que vender varios bienes de la familia, hasta que consiguió un empleo en un taller de costurería.
Pero dos años después, de pronto, dejó el taller para ir a trabajar a una fábrica de armamento del Ejército Británico.
La Gran Guerra había comenzado.
Con parte del dinero que ganó en esa fábrica, envió al joven Philip a estudiar a Cambridge.
Varios años después, tras pasar por la ilustre universidad sin pena ni gloria, Philip se doctoró en Ciencias Políticas.
A partir de entonces pasó el tiempo dando conferencias y asistiendo a ellas, y llegó a escribir tres libros que le dieron a conocer en Europa y Norteamérica. Pero de pronto, en 1937, dejó la pluma a un lado y se alistó en Las Brigadas Internacionales para combatir en la Guerra Civil española, al lado de los republicanos.
Cuando el conflicto hubo terminado, Philip regresó a Escocia, donde le esperaba una desagradable sorpresa: su madre, completamente arruinada, se había quitado la vida.
Después de enterrarla, vendió la casa y marchó a Londres, para alistarse en el ejército. En un primer momento, lo destinaron a trabajar en los servicios de abastecimiento de arsenales, pero después de un tiempo, Philip pidió el traslado para entrar a formar parte de la nueva Fuerza de Comandos.
Realizó varias misiones y logró que le concedieran una medalla.
Dos años después de haber terminado la guerra, durante un chequeo médico normal, se le detectó un cáncer de próstata. Desde ese momento su vida se tiñó de negro, pero al final, con esfuerzo, tesón y perseverancia, logró vencer a la enfermedad.
Esta terrible experiencia le sirvió para escribir un nuevo libro, en el que comparaba a los nacionalismos totalitarios con el cáncer.
En 1961, como queriendo cumplir el sueño de su difunto padre, viajó a Estados Unidos. Asistió en Dallas al desfile del presidente Kennedy que acabó con el asesinato de éste, y participó con los hippies de Washington D.C. en varias manifestaciones de rechazo a la Guerra de Vietnam. En esa misma ciudad fue testigo de la Gran Marcha encabezada por Martin Luther King.
En 1972 volvió a su Escocia natal y compró una casa de campo cerca de las Highlands.
Una noche, mientras dormía en su cama su corazón sufrió un ataque fulminante. No sufrió en absoluto.
En su testamento, Philip expresaba el deseo de que todos sus bienes fueran donados a los orfanatos de Escocia, pues él de niño había perdido a su padre, pero lo había llevado
siempre en el corazón para afrontar la aventura de la vida.
Philip Andrews McLaughan(1902-1976)
Suena muy interesante es de ese tipo de cuentos que empiezas a leer yno dejas de hacerlo.