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Categoría: Mitológicos

DE VAMPIREZAS Y LICANTROPOS

Se despertó como siempre ni bien había caído la noche. Se incorporó lentamente y al hacerlo notó, no sin
cierto fastidio, un dolor profundo en su bajo vientre. Su cuerpo frío sentía ese extraño calor en la zona del
pubis que se convertía en un fuego en su entrepierna. Levantó su túnica, abrió las piernas y con disgusto
comprobó que de su vulva, de labios inflamados, fluían esos jugos sanguiñolentos –esa era la única sangre que no le apetecía- que indicaban, sin lugar a dudas, que había entrado en su período menstrual.
Su parte vampiro, en celo, prevalecía entonces sobre su condición de mujer y su cuerpo necesitaba urgentemente satisfacer sus instintos. Exigía aparearse. Con cierta prisa abandonó del ataud, subió las
escaleras y salió caminando hacia el bosque en tinieblas.

La luna llena había salido a poco de ponerse el sol. Todavía no podía acostumbrarse a los dolores que le
provocaba la metamorfosis. Los cambios en su cráneo, su mandíbula, sus dientes, el crecimiento de los pelos y las garras lo hacían sufrir de sobremanera. De todas maneras el padecimiento era tolerable y poco a poco se iba disipando.

Primero a los tropezones y luego mas naturalmente comenzó a deambular por el bosque. Las sombras lo cubrían pero sus ojos estaban acostumbrados a la penumbra.

El encuentro se produjo naturalmente, él la vio primero y la esperó agazapado. Sintió un extraño olor que lo perturbó. Cuando la tuvo cerca de un salto se abalanzó sobre ella. Sorprendida, pero no con miedo, intentó retroceder, mas fue en vano, las garras del monstruo la rodeaban con fuerza y sus fauces ya rozaban su cuello.

Un raro conflicto de instintos los detuvo. Ese aroma hormonal lo impulsó a que en vez de hincar sus dientes, sacara su lengua grande, caliente y viscosa y lamiera morbosamente ese cuello.
Desconcertada y con un momentáneo desfallecimiento sintió que sus piernas se aflojaban y cuando las garras disminuyeron su presión, cayó de rodillas frente a él. Justo frente a su cara y de entre los pelos del vientre sobresalía un capullo rojo, palpitante y apetecible. Pensó en clavar sus colmillos en eso, pero su
naturaleza perturbada por el celo hizo que acercara su boca y comenzara a lamerlo y chuparlo, al igual que lo hacía con la sangre de sus víctimas.

El miembro fue aumentando en tamaño y rigidez y el bulbo de su base llenaba cálido la mano de ella. Las caricias le provocaron a él jadeos y gruñidos al mismo tiempo que balanceaba su cuerpo y aprisionaba la cabeza de la hembra con sus garras. De pronto y con brusquedad la tomó y la dio vuelta obligándola a ponerse apoyada sobre el piso con sus rodillas y sus manos, levantó su túnica dejando expuesta al brillo de la luna su flor abierta, húmeda y receptiva. De un solo movimiento introdujo hasta el fondo el falo erecto y chorreante y comenzó a embestir rítmicamente hacia adentro y hacia fuera. Ella sintió un leve dolor en el primer golpe que, lentamente se fue transformando en un goce supremo, su sangre corría a raudales dentro de sus venas y parecía concentrarse tumultuosamente en los interiores de esa caverna vaginal para llevarla a febriles temperaturas, mientras provocaban en sus paredes contracciones que le daban un placer supremo.

El fabuloso instrumento del macho fue creciendo en tamaño y el bulbo de la base fue avanzando en el tronco hasta que en uno de los embates logro vencer la resistencia de los labios de la vulva y penetró totalmente. La hembra sintió entonces un fuerte dolor como si le desgarraran las entrañas, que se vio superado totalmente por el gozo voluptuoso que la llevó al éxtasis total, mientras sentía inundado su interior, por chorros de un quemante fluido que manaba espasmódicamente. Entre convulsiones y sacudidas ambos cayeron rendidos sobre el colchón de hojarasca que cubría el suelo de la fronda y entraron en un profundo sopor parecido al sueño. Ella, todavía empalada, experimentaba un placer muy similar al que le producía beber la sangre de sus inmolados. Él dormía.Unos espesos nubarrones cubrieron la luna llena y el bosque quedó en total oscuridad. El sonido de un trueno lejano semejaba una carcajada desde el averno.
Datos del Cuento
  • Autor: EAC
  • Código: 1612
  • Fecha: 08-03-2003
  • Categoría: Mitológicos
  • Media: 5.44
  • Votos: 86
  • Envios: 14
  • Lecturas: 7613
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Hans
invitado-Hans 23-01-2004 00:00:00

este cuento estubo ademas de caliente muy bueno puesto q\' nunca habia oido de sexo entre un vampiro y un licantropo y eso que se todo sobre ellos..... gracias y adios

kiara
invitado-kiara 15-06-2003 00:00:00

como tan.. esta bien , eres un buen relatador de cuentos, eneso esta el encanto , pero que queire decir el cuento realmente no me gusto mucho porque fue un poco inentendible el final!

Andrea
invitado-Andrea 04-06-2003 00:00:00

releo algunas cosas que me gustaron. Es bueno,sabes bien que eres bueno relatando historias, y esta tiene tu encanto

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