¿Por qué desapareces enredado entre mis recuerdos? Estoy impaciente por encontrarte por las rutas escogidas, pero tú insistes en volverte bruma. Todos saben de tus visitas y llamadas. Sin embargo, a mi playa sólo llega la espuma que arrastra los trastos que quedaron de un naufragio antiguo. No me impacientes más y siéntate en tu trono de una vez. El moho ha carcomido mis huesos sin que yo pueda limpiarlos con tu sangre ardiente. Grito al aire mis desvelos, y sólo me responden las nubes que pronto volverás. ¿Es que tengo que llegar desfallecida hasta tu Olimpo para que entiendas que necesito tu revuelo de locuras inhabitables? Cuando llegues verás mi rosa desgarrada y el fino cordón aferrado a mi cintura, inmóvil ya. Tal vez te cause desilusión mi anhelo, pero no puedo evitar tu ausencia. Dromedario, si no llegas, mi cintura llorará eternamente.