DIFERENCIAS RECONCILIABLES

Pedro hoy cumple 10 años de edad, como en cada año pasado, lo espera una hermosa fiesta junto a sus papas, sus dos hermanos, Juana y Martín, sus tías, tíos, primos y en esta ocasión por primera vez, también la presencia de sus compañeritos de clase......
En este día tan especial lo embriagan sensaciones extrañas, emoción y ansiedad por ver a Ana, la niña más bonita y dulce del curso en un vestido especialmente escogido para la ocasión, con su cabello rojizo oscuro, ondulado hasta la cintura, y esas pecas que parecen sonreírle cada vez que ella lo mira.
Y también, su mejor amigo Jacobo Altmark, el niño nuevo con quien tuvo enfrentamientos y disputas de puños en los primeros meses, quien luego se convirtió a pesar del disgusto de otros chicos en su más leal amigo y confidente, Jacobo es judío, al comienzo Pedro no entendía bien que significado tenia esa palabra, solo sabia que era diferente, comía diferentes meriendas en los recreos, leía mucho, todo el tiempo, libros que al principio le costaba mucho entender, no participaba en los partidos de football, aunque nunca lo habían invitado tampoco, no leía revistas de Spiderman como todos, ni cambiaba figuritas del álbum. Al comienzo Pedro era parte y leal participante de las burlas que le hacían los otros chicos con respecto a su peinado extraño, unos rulos largos, como de niña y una especie de pequeño sombrerito cómico que cubría el casco de su cabeza. Claro que Jacobo le enseño muchas cosas después, sobretodo aprendió a disfrutar de la lectura y comprender esos libros extraños y magníficos que siempre traía consigo, supo que ese sombrerito se llama “QUIPA”, y aprendió que era ser judío, probo parte de su merienda, y hasta un día, un viernes, a escondidas de sus papas, Pedro fue invitado a cenar en la casa de su amigo, una comida especial, como una celebración que hacían cada viernes sin saltarse ni uno solo. Recordara esa fantástica invitación por siempre con gran cariño, la mama de Jacobo era muy simpática y amable, había prendido las velas del Shabbatt (que así se llamaba esa cena, o ese encuentro especial de cada viernes) y lo había tratado con una dulzura indescriptible.
El papa era el hombre más interesante que Pedro conociera jamás, se vestía igual a su hijo, y tenia una barba larga y frondosa del color de las trenzas de su dulce Ana. Contaba unas historias increíbles, recuerda Pedro que lo había sentado en su regazo junto a Jacobo y sus 4 hermanos y los había hecho reír, asustarse, llorar y conmoverse con cada cuento que había relatado esa noche, era un hombre muy cálido, amoroso con sus hijos y su esposa... no se parecía a nada a su propio padre que a pesar de saberse muy querido por el, era muy exigente y para nada cariñoso. Bueno, tal vez a veces lo había sido, pero desde que había perdido su antiguo trabajo como contador en una empresa grande que había cerrado sus puertas hacia un año atrás, y tuvo que conformarse con un pequeño salario en una firma menos importante y más pequeña, su humor ya no era el de antes.
Y menos cuando se entero de su amistad con Jacobo y su invitación a esa maravillosa cena de aquel viernes, le había prohibido volver a esa casa o juntarse con “aquel judío” como lo había llamado. Y poco importaron las explicaciones que intento darle, peor cuando le había dicho a su papa, que el ser judío no era algo malo, y que él podía enseñarle muchas cosas acerca de ellos, aun podía sentir Pedro el amargo sabor de la cachetada que le dio su padre.
La única persona que lo había apoyado en su relación fraterna con Jacobo era Juana su hermana menor, quien guardaba una foto de Jacobo y su hermano debajo de su almohada, cuando alguna vez pedro le pregunto porque estaba tan enamorada de su amigo, al igual que él lo estaba de Ana, ella le había dado una respuesta que lo había desconcertado en ese entonces, le había dicho que le gustaba porque era un niño educado, que nunca se burlo de sus frenillos como otros amigos de sus hermanos, y mas que nada, porque parecía un ángel con su aureola (la QUIPA) en la cabeza, y porque simplemente era diferente y Juana al igual que Pedro eran dos niños curiosos, inteligentes, amantes de la vida con sus diferencias y detalles.
Y llego la hora de la fiesta, Pedro se ducho y se vistió con unos pantalones nuevos de corderoy que su abuela le había regalado y su camiseta de Spiderman también nueva que su mama le había comprado para la ocasión.
Pero la ansiedad y angustia de Pedro se habían acrecentado, ya no pensaba en Ana, ni en sus compañeros o los regalos que iba a recibir, solo pensaba en su padre y la reacción que tendría al ver llegar a Jacobo a la fiesta, quien días atrás cuando le había entregado la invitación, Jacobo le había dicho con mucho pesar que no asistiría, pues no quería arruinarle el día, a lo cual pedro le había cuestionado si había sido su papa quien no le permitía ir a la fiesta como el suyo no le había permitido invitarlo. Pero Jacobo le había dicho que no, que su papa le había contestado:
_ Hijo mío, la decisión esta en tus manos, haz lo que te dicte tu corazón.
Y Pedro a sabiendas de ahorrarse muchos disgustos, le había insistido una y otra vez que asistiera, que no podría haber festejo sin su presencia, a lo que Jacobo con una sola frase y un apretón de manos, contesto: “ amigo, no te preocupes, ahí estaré”
Pero ya eran las 5 de la tarde y comenzaban a llegar los invitados, y pedro ya no se sentía tan valiente, le temblaban las piernas, apenas sonreía y miraba de reojo a su padre cada vez que la puerta se abría.
Se acariciaba el reloj nuevo, con alarma y cronometro que su padre ante los ojos grandes por la sorpresa y el gusto de pedro le había regalado la noche anterior. El reloj que siempre había querido tener, y que sabia que a su papa le habría costado mucho comprarlo, y ahora sentía que lo estaba traicionando, se sentía confundido y envuelto en un mar de dudas, si tan solo su papa lo hubiese escuchado, si tan solo conociera a Jacobo y su familia, si tan solo.....y la puerta se abrió, Jacobo de pie con una caja envuelta para regalo, vestido diferente, con un pantalón azul oscuro, camisa blanca, y una Quipa que antes no le había visto, dorada con ribetes bordados en azul marino, una sonrisa un tanto nerviosa y de la mano de su padre con su barba reluciente escondiendo una sonrisa abierta y complaciente.
Y todo sucedió muy rápido, aun recuerda Pedro los acontecimientos subsiguientes con gran nitidez, los nervios y nauseas habían desaparecido de repente y como si no tuviera control de su cuerpo y razón, había corrido hacia la puerta y le había dado un gran abrazo a su amigo y al papa del mismo. Luego ante el silencio amenazante de la sala, los había inducido de la mano hacia donde se encontraba su padre, de pie y con una mirada cortante.
Y había dicho: papa, él es mi mejor amigo Jacobo Altmark, y él su padre, el Sr. Mauricio Altmark......Jacobo había extendido su mano y la había mantenido así por unos segundos hasta que su padre extendió la suya por un tiempo que parecieron horas congeladas en el tiempo, pero el padre de Pedro se mantenía de pie, serio, mirando a su hijo y a sus extraños invitados una y otra vez sin decir palabra, sin aflojar la mirada.
Entonces Pedro quien hasta ahí habia mantenido su cabeza baja, levanto la mirada hacia su papa y la mantuvo firme, mientras desabrochaba el reloj de su muñeca para entregárselo, con los ojitos suplicantes y bañados en lagrimas contenidas....y sucedió lo inesperado, el papa de Pedro apoyo su mano en la muñeca de su hijo impidiendo que este se quitara el reloj y alzo la mirada hacia Jacobo y su padre que aun mantenían sus brazos extendidos, y con un suspiro les dio un fuerte apretón de manos a cada uno y les dijo: Bienvenidos Sr. Altmark, Jacobo, permítanme presentarles a mi familia, mi esposa Cristina................por favor pasen adelante!!

Epilogo: Jacobo emigro a Israel hace 7 años, ahora ambos tenemos 25, hemos sido los mejores amigos desde entonces, asistí a su boda hace 3 años en Jerusalén, una gran fiesta, hermosa, y a pesar de las tradiciones, adivinen quien fue el padrino de la misma?
Fui yo, nada menos que yo, Pedro Acevedo, y cuando Jacobo me escribió para pedirme que asumiera ese honor (y envió pasajes para toda mi familia, incluyendo a mi papa que termino siendo gran amigo del Sr. Altmark quien falleció hace 5 años a causa de un cáncer terminal, a quien continuaremos recordando siempre con su barba acicalada y rojiza)
También envió una pequeña caja, en forma de cofre, y dentro de ella, estaba su Quipa dorada con ribetes bordados en azul marino, con una inscripción en hebreo y español debajo de la misma que decía: “a Pedro mi hermano y amigo, por su valentía y coraje, por su amistad inigualable, por siempre, Jacobo”.