Ayer me abandonaste, me dejaste perdido, pensando si tardaré mucho en volverte a ver y si aún sentiré lo mismo por tí.
Ayer no te despediste de mí al marcharte, ni yo de tí. Temía que descubrieses mis sentimientos. Te temía. Como siempre temo a mis más secretos amores, cuál si fueran furiosos perros callejeros de los que por una razón u otra me enamoro, sin más.
Ayer pensé en tí. Ayer pensé en la sensación de felicidad que me transmite el hecho de estar junto a tí, de compartir contigo unos segundos de mi vida, de sentirte cerca. Pero al igual que me transmite felicidad, la tristeza de no atreverme a confesar lo que mi corazón siente por tí y las ganas de acariciarte y amarte recorren por mi cuerpo, avisando así a todos mis sentidos.
Ayer soñé en tí. Te sentí. Estoy esperando que regreses, y confiarte mi más profundo secreto que por momentos siento que se me escapa a voces. Estoy esperando tu regreso. Estoy esperando que regreses junto a mí.