El Aprendiz

En la bella pero peligrosa tierra de Darbod vivía un niño llamado Ragash, huérfano desde los tres, en el pueblo de Burteg, donde nació y creció, ahí aprendió a usar una espada y algunos hechizos.
Ragash tenía 13 años cuando una manada de hombres lobos atacaron su pueblo, llevaban 3 meses sitiados, todos los que pudieran usar una espada fueron llamados a una ultima embestida, al ser uno de los mejores guerreros del pueblo a pesar de su edad atacó valientemente a sus enemigos, varios cayeron bajo el filo de su espada la cual blandía en el aire y contra los licántropos con una fuerza y una habilidad increíbles. En un ataque de furia desenfrenada un hombre lobo logró tirar a Ragash a un río que llevaba una corriente muy agresiva, en el fondo del río el joven guerrero luchaba por deshacerse de su armadura, logró quitar su mellado peto del cuerpo, su cota de malla y el cinturón, su espada cayó de sus manos durante la embestida, al igual que su escudo, con el propósito de no ahogarse y lograr salir a luchar nadó hacia la superficie con lo que le restaba de fuerza, pero ya era demasiado tarde, había tragado mucho agua en su intento de salir y junto con la falta de oxígeno perdió el conocimiento.

Al despertar se encontró en tierra firme, la corriente lo había llevado al Pantano Fediun, muy temido por la cantidad de hechiceros oscuros que habitaban ahí, aún aturdido y tambaleante Ragash salió completamente del agua y caminó internándose en la maleza del pantano.
Era cuestión de tiempo para que fuera atacado por uno de los reptiles más temidos de esa zona, una víbora Kildiar, las cuales miden hasta veintiocho metros y alcanzan un diámetro de tres metros. Al no tener espada y contar con conocimientos limitados de hechicería se encontraba indefenso, pero él jamás se había dejado derrotar, en ese momento le vino a la mente una ocasión en que encontró un libro de hechizos prohibidos en la biblioteca del pueblo, lo ojeo un buen rato, al ser descubierto fue severamente reprendido por los ancianos del pueblo. Pronunció las palabras “Imer Ashbad”, y unas largas garras de hueso eructaron de las puntas de sus dedos, estaba dispuesto a luchar hasta la muerte, fue entonces que la serpiente cayó muerta tras una ráfaga de energía negra, la cual salió de la mano de un hombre encapuchado. Este hombre resultó ser uno de los mejores hechiceros de esa zona del mundo, aunque Ragash aún no lo sabía. Su nombre era Derius, le ofreció hospedaje a Ragash por la noche, ya que el pantano era mortal envuelto en las sombras de la noche. Ragash se impresionó al ver la morada del hechicero, era una gran fortaleza de piedra, con varios guardias en las entradas, ambos pasaron y el joven se sintió tranquilo al estar protegido contar el peligro y la inclemencia del temido Pantano Fediun. Ya entrada la noche Derius ofreció comida a su invitado, el cual la aceptó gustoso, mientras comía, Derius le explicó quien era y después de un rato le ofreció enseñarlo a dominar las artes oscuras. En ese momento Ragash objetó y le pidió que lo regresara a Burteg, que ahí tenía una vida y lo esperaban con preocupación, entonces, astutamente el hechicero dijo que lo llevaría al día siguiente a su pueblo, contento con la respuesta Ragash siguió comiendo.

El viaje comenzó al despuntar el alba, ya que el pueblo estaba retirado, al salir a esa hora lograrían llegar al anochecer, tres semanas después, Ragash ignoraba la razón pero el gran nigromante siempre evitaba el río que lo arrastró hasta el pantano. Después del largo camino divisaron las luces de Burteg, pues la noche ya estaba puesta, Ragash entró al pueblo junto con Derius, pero nadie lo notaba, ni lo saludaba, todos ignoraban al joven guerrero y los que lo veían quedaban desconcertados.
La decepción llenó al joven, seguida por el enojo y el rencor, fue entonces que dijo entre dietes “Tenemos que regresar pronto a Fediun; Maestro”.

Durante nueve años Ragash aprendió a controlar las fuerzas del mal y perfeccionó su manejo de la espada, junto con habilidades para diversas armas más. Fue entonces cuando decidió que era hora de su venganza, con su maestro como apoyo levantó a los muertos vivientes y se propuso limpiar el pueblo que le dio la espalda en el momento de mayor necesidad.
Cuando las hordas de no muertos comenzaron a ser divisadas por los habitantes de Burteg estos se armaron para resistir el ataque, fue inútil. Los mejores guerreros eran lanzados contra el amo de los no muertos y todos eran asesinados por su espada, Ragash estaba encolerizado y asesinaba a sangre fría a todo lo que se acercara, entonces Varid, quien algún día fue su mejor amigo se lanzó al ataque, y lo reconoció.
“¡Ragash!” exclamó Varid con sorpresa.
“Traidor” exclamó fríamente Ragash.
“¿Porque? Ragash para este ataque, es una locura” dijo desesperadamente Varid.
“¿Cómo un traidor habla de clemencia con el amo de Feduin?”.
“¿A que te refieres?”.
“Me olvidaron, hace nueve años, caí al río, y cuando regresé nadie me reconoció”.
“¿Acaso no supiste? Te buscamos durante un año, en todos lados, jamás nadie te vio en el pueblo”.
Esto dejó pensativo y perturbado al joven hechicero.
“¡Puras mentiras!” dijo Ragash volteando a ver a su maestro.
Entonces fue cuando Ragash se dio cuenta, aquella noche fue mas oscura que ninguna que recordara; un hechizo de visión borrosa fue lo que impidió que fuera reconocido.
“Tenias el potencial, aquí te hubieran desaprovechado, en cambio, yo te enseñé a hacer lo que sabes, yo forjé al gran hechicero que eres hoy” dijo habilmente Derius a su favor.
Pero la cólera de Ragash se había transformado en rabia, fue entonces que Derius atacó con crueldad a su alumno, pero Ragash se movía con una velocidad infernal, no importándole el dolor de los ataques mágicos de su Maestro. Ragash alzó su espada en contra de Derius, pero solo fue para cubrir su verdadera intención, al extender su mano izquierda drenó la vida de su Maestro, el cual cayó muerto al suelo, entonces le cortó la cabeza e incineró el cuerpo usando magia, y no se movió hasta que estuvo completamente consumido, entonces ordenó a los no muertos regresar a sus tumbas, y obedecieron.
“Eres bienvenido con nosotros Ragash, siempre lo has sido” dijo el anciano del pueblo.
“No” replicó Ragash meditabundo.
“Regresa” dijo Varid.
Fue entonces que Ragash los vio con una mueca de enojo en su cara, y era terrible mirarlo a los ojos.
“Voy a seguirte, quieras o no” gritó Varid a su viejo amigo
Enfurecido, Ragash tensó las manos y las lanzó hacia arriba, entonces unas grandes estacas de hueso cubrieron la entrada del pueblo, y Varid quedó imposibilitado para seguir a su viejo amigo.
“Ya pertenezco a la oscuridad”.
Y a la sombra de la noche el gran Ragash desapareció.
Nada certero se supo nunca sobre su destino, aunque muchos aseguraban que cuando estaban en guerra veían cosas moverse en la oscuridad, y hubo paz en Burteg, pues sus enemigo sabían que el más poderoso hechicero del Pantano Fediun guardaba esas tierras.