Amigos, el amor ha existido en todos los tiempos y en todas las latitudes, casi siempre se nos muestra el amor como un sueño que solo alcanzan los más afortunados, sin embargo fui testigo de un amor, tan especial y romántico y aprendí con esta experiencia que los amores como los de ROMEO Y JULIETA, se alcanzan en todo momento, y que la maravilla del AMOR está siempre presente en nuestras vidas y no debemos subestimarlo, ni mucho menos ignorarlo.-
Era el año de mil novecientos setenta y ocho, cuando conocí a “LOS COMPADRITOS” eran dos viejecitos, campesinos, que habían venido a la ciudad de Jinotega, en virtud de haberse enfermado un hijo de ellos, se encontraban muy preocupados ya que no contaban con mayores recursos para hacer frente a la vicisitud por la cual estaban pasando ya que en el hospital VICTORIA MOTTA les habían informado que la extraña enfermedad que padecía su vástago requería de varios análisis, debiendo esperar los resultados, no tenían donde dormir y se acercaron a nuestra casa, pues mi señor padre era afortunadamente el Padrino de este joven que se encontraba internado en el hospital, su nombre era ROMULO, y hacía diecisiete años que había sido bautizado, habiendo servido mi señor padre como Padrino en este sacramento.-
De manera muy humilde solicitaron a mi padre SANTITOS MORENO les diera posada como se acostumbraba en aquel entonces, y mi padre de buen grado les brindo albergue, se acomodaron en la sala de la casa, mi padre improvisó una división o biombo donde colocó un colchón grande para que ellos durmieran, mi madre les colocó unos cobertores y algunas almohadas y ellos de la manera mas humilde y piadosa se acomodaron ahí, muy silenciosos y discretos.-
Resulta amigos, que cuando uno es un niño, los convencionalismos sociales son sumamente elásticos y puede uno hurgar más fácilmente en el alma humana, sin todas las reglas que se le imponen a los adultos, pude por esta circunstancia, mientras jugaba con mis carritos y el tren indestructible, escuchar su historia y conocer sus secretos
Estaban desesperados, pues el fruto de sus entrañas, el joven ROMULO, quien era su único hijo, había caído enfermo de gravedad una mañana mientras se dedicaba a las labores de la tierra, este joven que era un trabajador incansable, presentaba extraños síntomas entre los cuales era evidente el signo de la desorientación, mientras hablaban con ese estoicismo propio de nuestra raza indígena, se prodigaban cariño, el anciano, le brindaba de su alimento a su amada esposa y ella, le hablaba con un respeto que me impresionaba, comieron humildemente de un morralito, estaban en esta actividad cuando se presentó mi madre ofreciéndoles alimento, ellos con mucha educación y cortesía declinaron señalando que ya habían comido un preparito, se durmieron temprano, se levantaron de madrugada, encendieron el fuego, ella preparó alimentos , echó tortillas y el compadrito rajó la leña, atizó el fuego, buscaron de mil maneras distintas como ser útiles y a las siete de la mañana se fueron al hospital a indagar que pasaba.-
Volvieron por la tarde, desolados, era grande la gravedad, el joven ROMULO debía ser trasladado a MANAGUA pues los médicos de Jinotega no lograban determinar cuál era su mal, el joven presentaba extraños síntomas, mareo, desorientación, balbuceaba, debilidad y fiebre, hasta años después comprendí que posiblemente se encontraba envenenado por D.D.T.
Los compadritos tenían el rostro lleno de arrugas, eran surcos finísimos como el arado de cien años, su cabello, no mostraba mayores canas, su piel maltratada por el trabajo del campo, no conocía la crema NIVEA, sólo pesares y dolor, sin embargo era evidente que estas personas habían encontrado el AMOR, pero descubrí que el AMOR, no necesariamente es pariente de la felicidad, encontrándose en este difícil trance era evidente lo que sentían, sin embargo sufrían, sufrían por su hijo al que amaban y sin embargo yo los envidiaba porque aunque el dolor sea inmenso, un ser humano lleno de amor es admirable y por eso los recuerdo, eran dos ancianos luchando por la vida de su hijo, que difícil, luchar cuando ya las fuerzas se han terminado y que difícil tener que enterrar a un hijo, cuando esperas que él te entierre a ti.-
LOS COMPADRITOS, se fueron a Managua, permanecieron en el hospital, día y noche en la acera de emergencias, aguantados de hambre , aguantados del calor, deshidratados, estuvieron quince días, su hijo gracias a DIOS, sanó, quedó muy débil, muy maltratado, a como pudo se incorporó de la cama, la enfermera le dijo: Sus papás lo han cuidado, se retiraron hace una hora, pobrecitos son muy viejitos y están cansados, ROMULO, los buscó por el hospital, no los encontró, Salió al patio interior, ahí los encontró, en un recodo, abrazados, estaban muertos los dos.-