Su cuerpo vagaba por las calles oscuras de la ciudad pero su mente estaba en otra parte ¿Quién sería aquel admirador secreto? ¿Aquel tímido amante que le mandaba flores con unos cuantos versos? ¿Sería guapo? Si, seguro que si. ¿Sería simpatico? Oh, claro que si. ¿Cuánto faltaría para poder conocerle? Enrredada en estos pensamientos caminaba y caminaba sin sentido. De repente un ruido la sacó de sus cavilaciones. Se dió la vuelta pero no vió nada. Se dió cuenta de que se había alejado demasiado, apenas conocía aquella zona de la ciudad. Apresuró el paso. Otro ruido. Sentía la presencia de alguien tras ella. Aceleró más su camino. Pasos. Esta vez no le dió tiempo a mirar y quedó allí, tendida en el frío suelo. Notaba la sangre corriendo por su espalda mientras aquel sucio hombre se alejaba con la navaja aún en su mano y el pequeño bolso de ella. Entonces pensó en aquel chico, aquel que tanto la amaba y al que ya no podría conocer. Miró hacía el cielo, las estrellas, la luna. Luego, oscuridad.