Se queja el cemento, se cansa el asfalto. No se puede evitar que danzen las luces mientras quedan atrás. Dantescas cantidades de arena, piedra, fierros y hormigón, empiezan a reclamar el insoportable peso del mundo. Están cansados, prefieren no llevar en sus espaldas la civilización.
- Mamá ¿me compras un helado?.
- No hijita, hay que tomar el bus.
- ¿No sería mejor subir en él?.
- Siempre ocurrente hijita.
- No quiero beber nada, quiero comer un helado.
Hay una ventanita a la que se llega después de la danza de las luces. Antes de ellas hubieron grandes montañas, hechos en alguna noche mítica. Con notable audacia, han sabido defenderse usando la oscuridad. Aún no han permitido que las luces bailen a sus pies. Se ríen de la subordinación del cemento y el asfalto.
Lucía come su helado miertas mira por la ventana. ¿Por qué no hay postes de luz en las montañas?
- Las motañas también se derriten - contesta tu mamá...